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—Buenos días princesa Tzuyu —la omega rodó los ojos al escuchar aquella voz.

Frunció levemente el ceño, no sabía si mirar a quien le había saludado en ese preciso momento, y no quería hacerlo, pero seguramente no se iría sino la saludaba, se giró sobre sus talones para mirar a la alfa que se encontraba detrás de ella, tenía una pequeña sonrisa y sus manos se escondían detrás de su espalda.

— ¿Qué quieres? —preguntó, Sana estaba sorprendida de escuchar aquel tono de voz, era tan agresiva... como si en verdad estuviera molesta de solo verla.

Y tal vez eso había roto un poco su corazoncito.

—Le he traído un obsequio.

Sana había comprado una pequeña figura tallada de madera, sabía que a la princesa le gustaban mucho las aves, y había encontrado una hermosa figura tallada en forma de un ave en vuelo, y no había dudado en gastar el poco dinero que ahorraba para dársela a la princesa, después de todo quería iniciar con el cortejo, y que mejor manera que dándole un regalo.

Dejó de esconder sus manos y las colocó extendidas frente a la princesa.

En cuanto Tzuyu la vio, por unos leves instantes iba a sonreír, pero al recordar quien se la estaba a punto de dar, impidió que la sonrisa saliera a flote y se dibujara en su rostro.

— ¿Qué significa eso?— Tzuyu se cruzó de brazos.

—Sé que eres mi predestinada, y me gustaría cortejarte, si es que me lo permites.

Tzuyu tragó grueso, no quería que Sana estuviera enterada de algo como eso, no quería que esa alfa supiera que son predestinadas, pero ya era demasiado tarde, lo sabía, ¿Qué hacer? Su vista se dirigió hacía el regalo que le daba, frunció levemente el ceño, ¿acaso no sabía cómo debía cortejar a una omega? Siempre había escuchado que el alfa te empieza a cortejar con una flor, no con figuras talladas.

—No lo quiero —Sana apartó levemente sus manos.

—Pero...

— ¡Dije que no lo quiero! —la omega dio un manotazo hacia Sana, justo en sus manos, Sana miró como su regalo había caído al suelo de madera.

Tzuyu también lo observó, por leves instantes se había sentido culpable de haber hecho tal acción.

—Recoge eso, no quiero verlo.

Esas palabras habían salido de los labios de la omega, Sana solo dio un asentimiento, su mirada aún seguía en aquella figura de madera, de nuevo esa opresión se había apoderado de su pecho, sentía sus ojos picar, ¿por qué dolía?

—Disculpe por haberla molestado...

Tzuyu no dijo absolutamente nada, simplemente la miró y se fue de allí, en cuanto Sana dejó de escuchar los pasos de la menor, se puso de rodillas y agarró aquella figura, soltó un leve suspiro, no quería llorar, tenía que ser fuerte, pero...

Unas lágrimas lograron caer sobre la figura, ¿en verdad estaba llorando? se incorporó y pasó el dorso de su mano derecha en sus ojos, frotándolos bruscamente, tal vez no había sido un buen día para Tzuyu, sí, quizás era eso. 

La Omega que no quería a su predestinada [Adaptación Satzu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora