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—Alfa líder —la voz de Jeongyeon hizo que dejara de caminar, miró hacia la salida del palacio y allí encontró a Jeongyeon—, ¿se encuentra bien?

—No tan bien como me gustaría estar —mencionó la alfa líder, ni siquiera sabía si ahora podía merecer aquel título tan grande—, debo irme.

—No, alfa líder —mencionó Jeongyeon—, ¿hacia dónde se dirige?

Sana ni siquiera lo sabía, pero lo único que quería hacer era irse muy lejos de allí, escapar de todo y de todos, no quería saber nada, lo único que quería era por fin desaparecer de la vida de todos los presentes allí, en especial de la princesa, para que así pudiera estar tranquila y descansar, aunque claro sabía que podía ser algo inútil de su parte.

Pero el sólo ver aquella herida que le había causado a la princesa omega, le había dado terror, si ella había sido capaz de lastimarla de aquella manera, no quería saber lo que pasaría después, necesitaba respuestas, quería que Tzuyu estuviera a salvo, y lo mejor era irse de allí.

—Donde sea —respondió la alfa líder—, no importa el lugar al que vaya, debo irme.

Para Jeongyeon eso no era una grandiosa idea, desde los entrenamientos había admirado a Sana, pues al ver que ni siquiera se rendía con lo que parecía ser imposible, quiso seguirla, si no fuera por ella, seguramente ni siquiera ella estaría dentro de la guardia del palacio, siempre Jeongyeon la había admirado, es una alfa digna de ser una líder nato.

Y no permitiría que se dejase desmoronar por todo lo que estaba pasando ahora, si la alfa líder se iba, no soportaría tal cosa como esa, no debía dejar que se marchase.

—Alfa líder, debe quedarse —demandó Jeongyeon—, es su deber.

—Sé que lo es, Jeongyeon —miró su mano, la sangre de la princesa se estaba secando poco a poco—, pero no puedo quedarme aquí, no quiero lastimarla de nuevo.

—Todos cometemos errores alfa líder.

—Soy consciente de mis propios errores —dijo Sana en voz alta—, pero hay algunos que no puedo comprender ahora, estoy confundida, lo mejor es que me vaya de este lugar, de estas tierras y encuentre otro camino distinto —miró de nuevo su mano y casi en un susurro, habló—, no quiero volver a lastimarla.

—Sana —la alfa líder miró a aquella beta frente a ella—, eres parte importante de nosotros y por supuesto de la princesa, cuando nos enteramos del hechizo sobre ti, decidimos que te ayudaríamos y eso intento, quiero que te quedes, no debes escapar, no es una solución.

—Lo es ahora que no sé lo que debo hacer, Jeongyeon.

—Antes pensabas en morir —Jeongyeon no dejaría que la alfa se marchase—, y mírate, eres fuerte, proteges a quien amas.

—Ni siquiera sé si la amo o si la llegue a amar alguna vez —Jeongyeon se percató del brillo en los ojos de Sana, casi rojizo, comprendió que algo estaba mal—, esa omega no es mi omega, debo buscar a quien estoy atada por el destino.

Jeongyeon se puso en alerta, su mano se dirigió hacia la empuñadura de su espada, sabía que las probabilidades de ser derrotada por la alfa líder eran más altas, después de todo, Sana ni siquiera en los entrenamientos había perdido un combate.

— ¿En verdad pelearás con tu líder? —definitivamente esa no es Sana.

—No quiero lastimarla, alfa líder —apretó la empuñadura de su espada con fuerza.

Entonces sólo déjame libre la salida, Jeongyeon —el brillo en los ojos de la alfa era intenso—, no quiero lastimarte.

Jeongyeon se sintió rígida al instante, la voz de mando de Sana en verdad atemorizaba, sentía a todo su cuerpo temblar, tenía miedo de sus propias acciones, y más de aquella profunda mirada que ni siquiera se apartaba de la suya, esa definitivamente no es la alfa líder que conoce, no es Minatozaki Sana.

Déjame pasar —demando la alfa líder haciendo que en la beta pasase un escalofrió recorriendo todo su cuerpo, estaba sumamente atemorizada, podía sentir el miedo recorriendo su cuerpo por completo, miedo a ser dañada por su líder, y no lo entendía para nada.

Jamás se había sentido así con una voz de mando, las escuchaba sobre todo en los entrenamientos, pero está voz de mando era tan distinta, tan profunda y penetrante que te hacía querer obedecer en segundos o si no sufrirías las consecuencias, porque en aquellos ojos, podías ver aquellas consecuencias, como imágenes vivas en la memoria profunda.

Y Jeongyeon se puso de rodillas atemorizada por aquellas consecuencias, su cuerpo sudaba frio, y su respiración era errática, escuchó los pasos de la alfa líder ir directo a ella, deteniéndose por unos segundos a escasos centímetros de ella, su mirada estaba en los pies de la alfa líder, y tenía miedo de subir la mirada y encontrarse con aquel brillo rojizo en los ojos de Sana.

De nueva cuenta la alfa líder caminó, pasando de largo a Jeongyeon, quien en cuanto dejó de escuchar los pasos de Sana se sintió más tranquila.

La Omega que no quería a su predestinada [Adaptación Satzu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora