3- Respuestas

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Ya estaba anocheciendo en Afordhill cuando Jessica nos llevó a mi padrino y a mi a casa. Al llegar ya no había policías, parecía que no hubiese pasado nada de aquello, pero había sucedido, y yo tan solo podía intentar arreglar lo que mi padre había roto, como de costumbre.
Subí al desván e introduje el código de acceso para abrir la puerta. Y allí encontré lo que mi padre había estado ocultando, todas las pruebas, los negocios, los extractos bancarios... Todo.
Me dijo que no mirara nada, que solo debía darle los documentos a la policía y declarar en contra suya. El no quería que aquel asunto me salpicara... Pro ya era demasiado tarde.
Mark me llevó a hablar con la policía, esta me agradeció si colaboración en el caso y les aseguré que lo que estaba pasando me pilló por sorpresa. Esto último fue lo único que dije de verdad, yo no sabia lo que hacía mi padre hasta que leí los documentos. Mi padre me dijo que no los leyera, pero lo hice porque la voz metálica que salió del teléfono de la cárcel, ya no era mi padre.

-¿Éstas bien, Addi?- Me pregunto Mark. Yo no contesté, solo puse los ojos en blanco y segui mirando por la ventana del coche. -No imagino por lo que debes estar pasando, así que si deseas hablar...

-¿Hablar? Lo último que quiero es hablar, así que llévame a casa y déjame en paz porque no me conoces, dices ser mi padrino y jamás escuche hablar de ti, así que permíteme dudar de ti y más siendo el socio de mi padre. No te debo nada.-Le contesté de mala manera.

-No vamos a tu casa, no puedes entrar aún, te llevaré a la mía, así que será mejor que dejes tus berrinches en el coche.-Me dejó con la boca abierta. ¿Quién se creía que era yo? Ese hombre no sabia donde se estaba metiendo. Sin embargo, le deje ganar aquella vez. Y fue la última.

Llegamos a una casa de las afueras del pueblo. En ese sitio había un ambiente tenso, oscuro, casi parecía que estuviésemos caminando hacia la muerte, pero aquella opresión en el pecho se disolvió en cuajó crucé el umbral de la puerta de Mark. Un ambiente familiar y acogedor me recibió. Parecía que la casa estuviese deshabilitada, solo se oía el crepitar de una chimenea.

-Sam, ya hemos llegado. - Gritó el padrino en dirección a las escaleras. La luz de la escalera se encendió y apareció un chico que bajaba las escaleras con desconfianza. Al llegar a la planta baja, me miró de arriba a abajo un el semblante helado, parecía no tener sentimiento ninguno.

- Has tardado.- Dijo el chico mirando por encima de mi hombro hacia Mark.

- Lo sé, lo siento, se ha alargado el tema de la policía.

- ¿La princesita ha ido a la policía a ver a su papá?- Dijo el poniendo los ojos en blanco.

- Ni se te ocurra volver a llamarme princesita o te parto la cara de engreído que tienes. - Le respondí yo de mala manera apretando la mandíbula.

- Sé que no te gustó la decisión del jefe, pero hay que hacer lo que el dice, es por nuestro bien. - Le reprochó Mark al chico. -Addi, este es Sam Davies, un socio en la sombra de tu padre.

Yo no dije nada, solo pedí que me llevaran a mi habitación. Abrí mi maleta, me cambié de ropa y fui directamente a la cama.

La Última LágrimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora