5- Problemas

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Aquella tarde estaba hasta arriba de deberes, llegaban las últimas semanas de clase y el siguiente paso, era la beca de medicina y ya no tendría que vivir con Marck ni con mi padre, me iría lejos. Empezar de cero, ese era mi objetivo ahora. Han pasado siete meses desde que arrestaron a mi padre en Noviembre y desde entonces he vivido en la casa de mi padrino centrándome en mis estudios, sin Bri, sin amigos, sin fiestas... Nada. Yo era la hija del traficante, nadie quería hacer nada conmigo, pero me daba igual, esto me está haciendo más fuerte emocionalmente.

El timbre de la puerta me distrajo de mis ejercicios de derivadas. Marck abrió la puerta y escuché a Sam bajar las escaleras. No me inmuté y seguí con los deberes hasta que escuché gritos abajo, entre ellos, los de mi padrino y de Sam. Bajé sigilosamente las escaleras. La sala de estar estaba llena de desconocidos. Me senté a escuchar en las escaleras y no entendí nada hasta que escuché esa frase.

- La chica tiene que involucrarse, es la única Murphy que queda.- Dijo alguien refiriéndose a mi.

- He dicho que ella no se va a mezclar con esto, le arruinará la vida.- Esta vez, si identifiqué la voz de Sam. ¿Me estaba defendiendo? Él y yo nos habíamos estado soportando el uno al otro estos meses. Ya no me parecía tan estúpido y solo era la mitad de arrogante que cuando lo conocí. Me llevaba al instituto ya que tuve que despedir a Jennifer  por mi falta de dinero y yo lo acompañaba a hacer la compra.

- La niña no puede vivir apartada de todo esto porque si ocurre algo...-

- No le va a ocurrir nada, le prometí al jefe que la protegería, para eso me contrató.- Volvió a decir Sam irritado.

Esta vez decidí salir de mi escondite y plantar cara.

- ¿Protegerme? ¿De qué?- Le pregunté a Sam alzando la voz por encima del barullo. Todo el mundo me miró, ya estaba acostumbrada a ello, pero estos hombres me miraban con cierto grado de admiración, puede que incluso se sintiesen intimidados.

-Nada, Addi.- Me dijo Sam.- Vuelve arriba y no escuches a escondidas, es de mala educación.-

- Y una mierda. Estáis hablando de mi, a gritos, es difícil no escucharos así que o me contáis lo que pasa o lo averiguaré por mi misma.- Dije firme.

Sam miró a Marck. Ahora la casa estaba en completo silencio. No voy a dejar que se me oculten mas cosas, lo único que ha creado eso, son problemas.

-Ella tiene que saberlo.- Dijo una voz escalofriantemente conocida. El padre de Bri.- Tu padre utilizaba su centro comercial para guardar y distribuir la droga. Estos hombres son los encargados de negocios externos, ellos distribuyen la droga por todo el pueblo y ciudades cercanas, pero cuando salió el negocio a la luz, dejaron de comprar muchos de nuestros clientes habituales, hemos tenido que bajar los precios, y los productores del laboratorio nos la cobran más cara. Estamos en banca rota y hemos perdido la droga de tu casa y la del centro comercial. Además, mucha de aquella droga tiene huellas de estos hombres y pueden involucrarlos y arrestarlos. Aún no lo han hecho porque no han podido acceder a la cámara que está cifrada por tu padre, pero nosotros tampoco podemos abrirla.

- Bien, igual es una clara señal del universo para que dejéis esas mierdas y os pongáis a buscar trabajo, ¿No creéis?- Dije yo, tajante.

- Addison, miles de familias viven de esto, todos estos hombres...- Dijo uno de ellos señalando a todos aquellos hombres de la habitación.- Tienen hijos, esposa... Y es de lo único de lo que pueden vivir, tu padre y tu madre los sacaron de la calle.

Me quedé callada mirando con dureza al suelo. Al escuchar aquello me dio la sensación de que no conocía ni siquiera a mi madre, en realidad...

- Ella es solo una niña, no podéis pensar que va a resolver esto.- Dijo Sam.

- No soy ninguna niña.- Le dije con una mirada de odio.- Si no nos podemos permitir un laboratorio de cannabis, crearemos nuestro propia droga. Asaltaremos el laboratorio y compraremos a los trabajadores, les pagaremos generosamente el doble de lo que estén ganando, con ayuda del fondo de emergencia de mi padre. Si necesitamos mas extensión de venta, venderemos fuera del país por el doble del dinero, que pagarán sin poner impedimento alguno.- Todos se quedaron callados, espero que quedaran impresionados, las clases de economía del año pasado y mis recientes investigaciones han ayudado.

- ¿Y que harás con la droga del centro comercial?- Preguntó mi padrino con una leve sonrisa en los labios.

- Si no podemos acceder a ella, la hemos perdido, no nos sirve de nada, ahora lo prioritario es que no descubran las huellas dactilares del cargamento para que todos estos padres de familia no acaben en la cárcel. Hay que hacer que desaparezca.- Le respondí.

- ¿Cómo? ¿Con un hechizo mágico? - Se burló uno. Esto desató carcajadas en toda la sala. Yo sonreí mirándolo.

-No, con magia no, pero con una bomba, si.- Dije yo. Todos callaron y me miraron con respeto. La leve sonrisa de mi cara se hizo mas pronunciada al ver la cara de mi padrino. Parecía que estuviera orgulloso de mi.

- ¿Y donde pondremos el laboratorio, jefa?- Me preguntó curioso un joven.

- Hay un polígono industrial abandonado, pero un empresario de Yaystreet reformó las naves y las predispuso para alquilarlas. Tiene al sheriff y a la policía comprada así que no harán preguntas.- Miradas de aprobación. Un gran regocijo. Eso era lo que sentía ahora. No quiero que nadie mas me proteja de la realidad, mi padre mantenía ese negocio, lo único que yo podía hacer es ayudar, y demostrar que no soy ninguna niña inocente.

- Ya habéis escuchado a la jefa.- Dijo mi padrino con una sonrisa en la cara, mirándome. El silencio de la habitación se convirtió en animadas conversaciones que se producían mientras aquellos hombres salían por la puerta.

Subí a mi cuarto, orgullosa de mi misma. Me senté en mi escritorio cuando el constante silencio de la casa se restauró. Pero entonces, Sam abrió la puerta sin siquiera tocarla previamente, furioso.

- ¿Qué coño crees que has hecho, Addi?- Me preguntó con una mezcla de rabia y miedo en los ojos.

La Última LágrimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora