Capítulo 1: Te protegeré de los monstruos.

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Capítulo 1

Mía

Desperté al sentir los rayos de sol que entraban por mi ventana. Me removí entre las sábanas emitiendo un gruñido al estirar mi brazo para alcanzar mi teléfono. Miré la hora, y desvié la vista a los mensajes que Peyton me había enviado. En uno de ellos se leía

<Espero que no lo hayas olvidado, a eso de las tres te espero en el centro comercial. ¡¡NO llegues tarde!! ;) >

No me molesté en contestarle de inmediato ya que era algo temprano para mí todavía. Según mi punto de vista, las vacaciones solo sirven para dormir e ir a fiestas, sin contar algún que otro pasatiempo, como es en mi caso, ir al gimnasio (aunque sea difícil de creer, es algo que me agrada y agota en partes iguales).

Habíamos quedado en ir a comprar trajes de baño y algo de ropa para la fiesta que daba Rick este viernes.

Era lunes y no me quedaba otra alternativa que quedar con Peyton por la tarde para ir de compras, ya que ella había insistido que la acompañara a comprar lo que necesitaba para su viaje, que iba a realizar este sábado. Sí, el día que sigue a la fiesta. La conocía demasiado bien como para saber que estaríamos al menos una hora contada por reloj, en cada local en el que ingresáramos solo por el hecho de que no podía irse hasta encontrar la prenda perfecta que "no la hiciera ver más gorda", aunque tuviera un cuerpo realmente envidiable, de ese que medio centenar de chicas desea tener desesperadamente.

No estaba muy animada para ir, más sabiendo que probablemente volveríamos en la semana porque se le "olvidó" comprar algo. Necesitaba a alguien que aliviara la tarde de compras, así que opté por escribirle a Tyler para que nos acompañase.

Con toda mi fuerza de voluntad, salí de la cama en dirección al baño, donde tomé una refrescante ducha, acto seguido, bajé las escaleras para comer mi famoso almuerzayuno, que consistía un sándwich de queso y tomate con mayonesa, ya que era mediodía pero al no encontrar nada que me sirviera como comida, opté por ir a la cafetería que quedamos unas horas más tarde con mis amigos.

No debo olvidar hacer la lista del supermercado si no quiero morir de hambre. Tampoco debo olvidar ir.

Luego de rebuscar en mi armario algo de ropa para ir a la cafetería y, de paso, al centro comercial, me incliné por lo básico; unos jeans oscuros con una blusa color cremita y mis queridísimas vans negras, tampoco sentía la necesidad de ir tan arreglada si solo íbamos a hacer un par de compras.

Quedamos que nos encontraríamos en la puerta de la cafetería de la esquina, "Cafeteriate", era una de las más conocidas de la ciudad por las delicias y buen servicio que ofrecían, un lugar muy amplio donde siempre resaltaban sus relucientes mosaicos blancos en los que no se encontraría nunca una mancha.

Estaba agradecida de que no quedara tan lejos de casa, ya que con las temperaturas de esta época sería un milagro no derretirse mientras caminas por la acera. Pedí lo de siempre, iba seguido, con lo cual ya me conocían la mayoría de los empleados, y me dispuse a leer un libro en mi mesa.

La mañana fue tranquila, sin contar con el pequeño accidente de chocarme con uno de los clientes y hacer que se le derrame el café sobre su ropa cuando me levanté en una ocasión para ir al baño. Le pedí disculpas, pero lo que obtuve a cambio fue una mirada de disgusto e irritación. Como ya se estaba retirando del local, no le di mucha importancia y seguí con mis cosas.

Pasados unos diez minutos de la hora pactada, ya me encontraba en la puerta esperando a mis dos mejores amigos.

A Peyton la conocía desde los ocho años, cuando todavía estábamos en primaria, desde el momento en que nos presentaron nos volvimos inseparables, todas las locuras que se nos cruzaran por la cabeza las hacíamos juntas. Amaba su carácter, el cómo no tenía miedo de dar su opinión y de defenderse desde tan temprana edad, esa sin duda fue una de las cualidades que más me llamó la atención de ella.

La chica del mocha blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora