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Adexe.

— ¿A liberarme? — pregunté extraño.

— Si. — dijo despreocupado y tranquilo.

— ¿Acaso 'liberarme' es una palabra en código y en realidad quiere decir que vas a matarme?

Antonio quedó perplejo, su rostro mostró confusión y desconcierto, me miró sin poder creer lo que había dicho, sonó exagerado y ridículo ahora que lo pienso.

— No, estúpido. —se rio.

— ¿De qué forma quieres que me liberé? — mí confusión se podía notar y bastante.

— Que tu madre no estuviera en casa fue una ventaja, si hubiera estado nos atacaría con preguntas como a dónde vamos a esta hora, o algo así, posiblemente pensaría que vamos con chicas, pff, los adultos creen que nosotros solo pensamos en sexo, alcohol, fiestas... Y más sexo. — niega con la cabeza— Y, puede que sea verdad. — suelta una risa— Pero hay algunos adolescentes que no piensan así.

— Me imagino que tú eres de los que piensa en sexo, fiesta y más sexo ¿No?

— Silencio. Cómo te decía. — rode los ojos— Te traje para que de alguna manera pudieras liberar tu dolor, en tu casa no puedes... Porque ya sabes, gente rara. — rasca su nuca— Aquí en la 'nada' puedes gritar, golpear lo que quieras, maldecir, llorar, lo que sea, así que mueve tu patético trasero hasta allá y haz lo que necesites hacer para desahogarte. — hablo sin rechistar.

— Ni el hielo es tan frío como tú. — murmuré y caminé lejos de él.

Tal vez lo que dijo si es verdad, solo necesito de alguna manera desahogarme, en casa no podía hacerlo por los vecinos, no quiero que vayan y le cuenten a mí madre que su hijo estuvo gritando, maldiciendo y tirando cosas, no puedo simplemente hacer lo que se me pegue la gana, no.

Además pondría a mí madre en una situación incómoda, y lo que menos quiero es que se preocupe de más por mí.

Normalmente mí madre se lleva bien con todos los vecinos, yo por mí parte, solo soy educado. No digo que sean vecinos de la mierda, son buenas personas, pero no me involucro tanto con ellos, no siento las ganas de hacer más amistades o algo por el estilo.

Giré un poco para ver si lograba visualizar a Antonio, este estaba sentado en forma de indio en el suelo, estaba demasiado lejos de él, por lo que creí que debería alejarme solo un poco más, para poder sentirme tranquilo. No necesito que me vean, me harían sentir incómodo y no me desahogaría lo suficiente, es algo privado.

Detuve mis pasos cuando creí que me había alejado lo suficiente como para que Antonio no escuchará, sentí mis mejías arder un poco. Me da vergüenza, a pesar que no hay nadie.

— ¿Qué se supone que deba decir?

Me pregunte a mí mismo. Mire a ambos lados y no había ningún rastro de que alguien, además de Antonio y yo, estuviera aquí.

Respire hondo y cerré mis ojos.

Creo que más que enojo siento dolor, mí pecho comienza a doler.

Mí respiración se volvió entrecortada y para cuando en di cuenta tenía un nudo en la garganta, impidiendo pronunciar palabra alguna, dolía tanto, dejé caerme de rodillas sintiendo lo duro y frío de la tierra junto al pasto.

Abrí mis ojos lentamente y sólo pude imaginar a Nauzet frente a mí diciéndome que todo estaría bien, que lo entendía, que lograba entender que solo fue una broma, que todo estaba como antes, que seguiríamos como ayer, que íbamos a comenzar algo, que sin importar lo que dijera la gente estaríamos juntos, que estaría a mí lado y no me dejaría.

Adezet [Love At First Sight] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora