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Adexe.

Esos ojos marrones, ahora se ven más oscuros de lo normal, esos ojos marrones que ahora son difíciles de entender lo que quieren decir.

Mí cuerpo se tensó, y nuestros ojos estaban conectados, en algún momento tendré que apartar la vista, su rostro estaba más serio de lo normal, pude notar a penas que apretó su mandíbula, supuse que no le agrada verme y que ahora estuviera frente a él le repugna. Pensar eso dolió, aparte la mirada un poco mal por mis pensamientos.

Parecía como si hubiese pasado minutos, pero solo habían transcurrido algunos segundos. Es conexión de miradas no supe describir que me decían sus ojos o su expresión, simplemente no pude descifrarlo y pude pensar que me estuviera odiando era lo más lógico en estos momentos.

— Hola, chicos. — dijo Antonio, sonrió con un evidente nerviosismo.

— Hace varios días no les vemos, ¿Todo bien? — dice Alan, con una sonrisa ladina.

Aunque quiera decir algo la voz no me salía, estaba atascada en mí garganta luchando para no hacerse presente y eso solo hacía que mis ganas de huir de ahí incrementará aún más.

Podía sentir que si pronunciaba alguna palabra me destrozaría por completo, sería como derrumbarme frente a todos en la cafetería, frente a ellos, frente a él, y no quería. Mordí por dentro de mí mejía a causa de los nervios que gobernaban en mí. 

— Sí, todo bien, ¿Verdad Adexe?

Diablos.

Asentí.

— Adexe, te han comido la lengua los ratones. —dijo Noah, un poco burlón.

No, pero quisiera.

— Lo que pasa es que le duele la garganta. — mintió Antonio, le di una mirada de reojo— No puede hablar, por eso... — rio y los demás asintieron.

— Ya veo. — pronunció Noah, con una sonrisa casi perfecta.

— Oigan, tenemos que irnos, tenemos que leer un libro en la biblioteca, ya saben, los maestros son castrosos. — rasco su nuca.

Mire una de sus manos, aún traía mí mochila, por lo que se la arrebate de las manos.

Sintiéndome de lo más patético y un poco cobarde me empecé a alejar a pasos rápidos de ellos. No podía quedarme más tiempo con ellos, me hacía daño. Además tener a Nauzet cerca de mí me afectaba de manera increíble e inexplicable.

Cuando salí de la cafetería corrí lo más rápido posible hasta el salón donde recibiría la siguiente clase. Correr lejos de ahí era lo más cercano a sentirme seguro y protegido. Todos estos días lo había estado evitando para darle su espacio, ¿Por qué escapaba de él ahora si en algún momento nos íbamos a ver? O espero yo que en algún momento hablemos.

Podía escuchar mí corazón latir rápido. Definitivamente lo que siento por Nauzet es algo fuerte, más grande de lo que pensé, y no sabría decir si es bueno o es malo, aunque ahora es malo en un futuro espero que sea bueno, quiero arreglar las cosas con él, pero no sé cómo y aunque a veces trate de idealizar planes para acercarme a él, en la mayoría termino por pensar que es una estupidez y debo de darle espacio y tiempo.

Sentí mis ojos picar, pero no podía llorar aunque quisiera, debía de ser fuerte, al menos no lloraría aquí.

Todos me verían.

Y no quiero.

Suspiré mientras dejaba de correr y comenzaba a caminar a paso normal y calmado, mire el piso y cerré mis ojos por breves segundos, hasta que sentí como tomaban de mí brazo volviendo a sentir mí corazón latir fuerte, la corriente eléctrica que minutos atrás había sentido volvió a aparecer, tal vez había bajado de guardia y me asuste al sentir un jalón en el brazo.

Adezet [Love At First Sight] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora