1. Encuentro

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Era diciembre, el frío que empezaba a inundar el área hacía que la mayoría de las personas se mantuvieran en sus cálidos hogares bebiendo algo caliente y alistándose para recibir el solsticio de invierno. Sin embargo, ahí estaba un rubio de ojos rojos dándole la contra al mundo como siempre, preparándose para salir.

- Ya déjame en paz Pelos de mierda - gruñó el ojirubí.

- Bakubro ¡por favor! Tu madre va a matarme si te vas - suplicó Kirishima deteniendo a su amigo del brazo- Además, incluso en el hipotético caso de que te dejara ir, debo volver con una muy buena excusa. Si no de seguro que me echarán del cuerpo de vigilancia

- Tsk - chistó el rubio molesto, librándose del agarre del pelirrojo y entrando nuevamente en la cabaña.

Le dejé claro a la bruja que no pienso quedarme a las molestas celebraciones para que las putas esas me acosen...Y aún así, de todos los que pudo mandar, manda a Kirishima, eso es jugar sucio. pensó Katsuki enojado sabiendo que su madre había enviado al pelirrojo a propósito, pues muy a su pesar, el pelirrojo se había vuelto amigo suyo. Y su madre sabía perfectamente que por mucho que lo negara, no lo dejaría "desamparado" ante un posible castigo que le quitara su nueva promoción.

Todo ese maldito show había empezado hace tres años, cuando cumplió la edad necesaria para hacerse cargo de su clan y de la aldea como próximo líder. Los clanes de su aldea e incluso los de otras aldeas, aprovecharon la época para acercársele en la celebración que organizaban sus padres y trataban de encajarle a sus molestas hijas como esposa.

Lo odiaba, y aunque el primer año lo pillaron desprevenido, pues nunca antes se habían atrevido a hacerle eso, para el segundo año estuvo más que preparado.

Trabajó duro para terminar los malditos deberes que tenía varios días antes de que empezara la celebración y después se escabulló sin problemas fuera de la aldea.

Cabe decir que pasó un agradable solsticio sin los molestos extras rondando como tiburones, pero obviamente el precio a pagar por eso fue que cuando volvió, la vieja bruja que tenía por madre se lo tragó vivo. Sin embargo por mucho que le gritara, no le quitó la satisfacción de haber escapado de ese martirio.

Lastimosamente este año cuando lo vieron adelantar sus deberes y los preparativos semanas antes de que fuera necesario, su madre adivinó de inmediato que nuevamente iba a escapar, por lo que le asignó una escolta para toda esa temporada.

Era malditamente castrante que lo tuvieran vigilado todo el tiempo y no le dejaran ir a ningún lado tranquilo. Pero él era el maldito Katsuki Bakugou y no había nada que no pudiera lograr si se lo proponía, así que para el final de cada mañana ya se había librado de la puta escolta.

Lo que no sabía era que la bruja ya se esperaba que eso pasara. Por eso a manera de seguro, había ascendido al pelirrojo meses antes y solo ahora que quedaba un día para el solsticio, lo había incluido en su escolta.

Katsuki empezó a dar vueltas pensando en que hacer, pero no se le ocurría ninguna excusa lo suficientemente buena. Sin embargo después de descartar un par de ideas más, unos aullidos a la lejanía le dieron justo la solución que necesitaba.

Al parecer con lo único que no había contado su madre era que el universo se hubiera puesto de su lado y le diera una escusa perfecta para salirse con la suya. Después de todo, la seguridad de la aldea se anteponía a cualquier otra cosa, así que nadie podía objetar al respecto. Y tampoco podían decir que se lo habían inventado, pues todo en la aldea podían escuchar los aullidos.

- Bien, ahí tienes tu puta excusa. Diles que fuimos a comprobar la alerta de intruso y después me perdiste de vista- resolvió el rubio poniéndose su mochila al hombro y ajustando sus guantes y abrigo, para después salir de la cabaña.

Bajo la aurora borealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora