TE HABÍAS HECHO UN OVILLO, ABRAZANDO TUS RODILLAS CONTRA TI....
Pero a pesar de lo asustada que estabas, te habías negado a llorar. Este trabajo de cazadora de demonios te hacía bastante inmune al llanto, así que sólo te sentías vacía mientras temblabas y apretabas los puños magullados por intentar golpear la puerta.
Incluso intentaste abrirla de una patada, pero acabó siendo un intento inútil. Era como si las puertas correderas estuvieran hechas de un material irrompible.
Pero bien podría haber sido de hierro. ¿Tal vez estaba cerrada con un hechizo de arte demoníaco? No estabas segura.
-Es inútil que sigas luchando contra esa puerta, no te dejaré escapar.-una voz del otro lado de la puerta habló.
-¿Pero por qué? ¿Por qué me trajeron aquí? ¿Para proporcionarte comida?
-No, no lo creo.El señor Muzan parece haber adquirido algún tipo de cariño hacia ti.
-¿Eh? ¿Cariño? ¿Cómo?Si no he interactuado mucho con él.
-De eso no estoy seguro, pero el señor Muzan dice que es algo así como una extraña sensación que tiene cerca de ti... Eso y el hecho de que encuentra tu sangre adictiva.
-Dios, qué cabrón.-murmuras, y por alguna extraña razón la voz al otro lado de la puerta te tranquiliza.
En realidad era bastante agradable y relajante de escuchar. No era algo que esperarías escuchar de la voz de un demonio. Pero no te sorprendió, sobre todo porque todos los demonios que habías encontrado hasta ahora tenían una voz agradable y relajante.
Era extraño, no entendías por qué te sentías tan a gusto, pero el demonio del otro lado de la puerta era bastante agradable.
-Je, no dejes que el señor Muzan te oiga llamarle cabrón, podría cortarte el cuello.
