KAGAYA PARECÍA ESTAR SUMIDO EN SUS PENSAMIENTOS...
Pero decidiste no entrometerte, era lo más educado después de todo.
Pero tal vez deberías haber preguntado, porque permanecer en silencio al respecto sólo permitía que Kagaya tuviera más tiempo para pensar en ello.
Kagaya intentaba todo lo posible para alejarse de ese camino...
Pero todo en el fondo de su conciencia le decía que era lo correcto...
Por muy mal que les pareciera a algunos, los sentimientos que tenía por ti eran fuertes. Los sentimientos que tenía por ti eran locos y francamente insensatos, pero los abrazó con gusto y con los brazos abiertos, sin importarle las consecuencias o lo que los demás pensaran de él.
No le importaba.
Porque realmente, realmente le gustabas.
Cuando ya habías empezado a llegar a tu destino, te encontraste con otra persona.
Sin saber si esta persona sería tan indulgente como Kagaya, miraste lentamente hacia la persona con la que te topaste.
Te encontraste mirando hacia abajo en lugar de hacia arriba, porque... bueno... este tipo era bajito.
Pero aun así, te encontraste mirando sus rasgos.
¿Qué es lo que te pasa últimamente con los chicos atractivos?
El hombre con el que te encontraste tenía el pelo negro de longitud media y con capas. También tenía unos hermosos ojos heterocromáticos, uno amarillo y otro verde, junto con una venda que le envolvía la mitad inferior de la cara.
Incluso con la venda que le cubría la mitad inferior de la cara, seguía siendo increíblemente bonito.
-¿Qué estás haciendo en esta parte de la finca? ¿Con Oyakata-sama a tu lado?-el hombre más bajo siseó.
-Kagaya se perdió al ir a su habitación, y terminó en mi parte de la finca. Así que sólo le guié hasta su habitación, eso es todo.
-¡No hables de Oyakata-sama tan informalmente!-el bajito empezaba a enfadarse contigo, pero Kagaya le cortó con un gesto de la mano.
-Está bien Obanai, yo permití que me llamara así.
-Oh... ya veo... mis disculpas entonces.-el hombre llamado Obanai se disculpó, pero sus ojos entrecerrados no parecían disculparse en absoluto.
Obanai suspiró mientras quitaba su atención de ti y la ponía de nuevo en Kagaya.
-¿Cómo ha acabado en la Finca de las Mariposas? Eso está muy, muy lejos de tu habitación. ¿Dónde están los gemelos que le guían Oyakata-sama?
-Bueno, verás, es una historia divertida...
-Puede contármela más tarde, en realidad no estoy de humor para sus chistes de ciegos ahora mismo.
Los ojos multicolores de Obanai se posaron en ti una vez más, e incapaz de controlar tu impulso, dijiste:
-Tienes unos ojos muy bonitos.
Oh, mierda, el hecho de haber dicho eso en voz alta es muy vergonzoso.
-Tsk, la adulación no te llevará a ninguna parte.-Obanai apartó la mirada de ti, un pequeño tono rosado apareció en sus mejillas durante una fracción de segundo.
Había algo blanco envuelto con fuerza alrededor de su cuello, así que ignoraste su grosero comentario y te acercaste para inspeccionar lo que era.
Los ojos de Obanai se abrieron de par en par cuando volvió a mirar en tu dirección, sólo para verte muy cerca de él.
-¡Oye! ¡Estás un poco demasiado cerca!-Obanai tartamudea, su cara estaba ahora sonrojada de un rojo intenso.
Una vez más, ignoraste sus protestas y procediste a hurgar con curiosidad en la cosa blanca que rodeaba su cuello.
Te sobresaltaste cuando de repente se movió, asomando una pequeña cabeza blanca, junto con unos pequeños ojos rojos.
