Debido al terremoto, las clases se suspenderían hasta que la infraestructura estuviera correctamente estable y los daños hayan sido reparados.
El departamento en el que mi hermano y yo vivíamos no había sido afectado, quiero decir, no de forma grave, pero existían más áreas en la ciudad que quedaron devastadas y los fallecidos iban aumentando, todo eso sin mencionar el número de desaparecidos.
—Quiero ayudar.
—Puedes morir mientras lo haces, ¿imaginas que una pared se te caiga encima? ¿Qué hago sin ti? No quiero volver a estar sola.
—No estarás sola, y ¿yo? ¿morir? Hierba mala nunca muere, Estela.
Me acerqué a Sergio para abrazarlo con fuerza, viéndolo listo para marcharse y unirse a las brigadas de búsqueda, después de todo, durante una época de su vida recibió entrenamiento de rescatista al ser aspirante al cuerpo policial de la ciudad.
—Espérame aquí, intentaré llegar hoy mismo.
—Estaré bien, y... Cuídate.
Él me dio un beso en la frente y se fue.
Por mi parte, me senté sobre el sillón con la intención de ver la televisión, pero debido a que el terremoto era noticia a nivel nacional, me vi en la obligación de apagarla ya que no quería seguir siendo testigo de las ruinas de la ciudad.
La vibración de mi teléfono captó mi atención, era una llamada de un número desconocido.
—¿Hola?
—¿Dónde vives?
—¿Perdón?
—Pregunté que dónde vives.
—¿Quién eres?
—Soy Batman. Pero la mayoría de personas me conoce como Elián Montero.
—Ah, eres tú.
—Estoy yendo por ti, ¿cuál es tu dirección?
—¡¿QUÉ?!
—¡Auch! —se quejó—. Hasta que destrozaste mi tímpano.
—¿Cómo...? ¿Cómo que estás yendo por mí?
—Para las terapias, empezamos hoy, ¿se te olvidó?
—Yo...
—Sí, se te olvidó.
—Hubo un terremoto hace tres días, Elián, ¿Cómo se te ocurre que vamos a ir a una terapia hoy?
—Dame tu dirección, ¿quieres?
—No, yo... Te veré en la plaza central en media hora.
—En la plaza central, de acuerdo.
Cortó y tuve que correr hacia la ducha.
Cuando salí de casa volví a chocarme con la realidad. Paredes llenas de grietas, postes de iluminación a mitad de las autopistas, policías, bomberos y paramédicos en todos lados.
En menos de diez minutos resulté en medio del lugar en donde cité a Elián.
—Al menos ya puedes tachar el cuarto asunto de la lista.
—¿Qué?
Hillary me señaló el papel y dirigí mis ojos a él.
4. Presenciar un desastre natural.
—Qué suerte.
—¿Suerte de qué?
Mi cuerpo dio un salto al oírlo detrás de mí.
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EL FANTASMA DE HILLARY
Teen FictionEstela odia a los desconocidos. Elián es un desconocido. Pero ambos tienen algo en común que se resume en un solo nombre: Hillary. Entonces, así empieza la historia, con un fantasma que une a dos almas desconocidas con el único fin de cumplir una...