23 | No me arrepiento.

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—Me gustaría encontrar formas para ayudarte, Ferreira, pero no puedo ir en contra del reglamento.

—No me diga que el reglamento fundamenta el hecho de que usted rechazará la tarea de una estudiante sólo porque desprestigia el funcionamiento de su colegio.

El director regresó a mirarme con más enojo y yo volví a recriminarme por darle el control a mi lengua.

—Se trataba de dar una simple opinión sobre la institución, no un nuevo ensayo de dos páginas.

—Con todo respeto, señor, si quisiera dar una opinión real sobre su colegio habría necesitado más de dos páginas. Lo que usted ve como un supuesto ensayo es mi pensamiento, exactamente lo que la guía del docente pide.

—Formas parte de un grupo de estudiantes excepcionales gracias a este colegio, Ferreira, describirlo como tú lo has descrito en estas hojas sólo demuestra que no mereces ningún tipo de ayuda, tus actitudes desagradecidas jamás te permitirán tener avances si no las cambias a tiempo, hoy te estoy dando la oportunidad de hacerlo, cambia tus respuestas y ahórrame una cita con tu tutor.

—No.

—¿No?

—No pienso cambiar mi forma de pensar sobre este colegio. Si quiere suspenderme y hablar con la persona que está a cargo de mí, hágalo, pero ni usted ni nadie me condicionará para darle gusto.

—Una suspensión no es conveniente para ti, a los supervisores no les agradará saber que...

—No intente chantajearme, estoy muy bien informada sobre los contratos que tiene con el rector Montero, así que a quien no le conviene que esto se sepa es a usted.

—Me estás haciendo perder la paciencia.

—Y usted me está haciendo perder la mía, pero le daré oportunidad para rectificarse, aceptar que el maestro apruebe mi tarea y continuar tranquilamente con su vida.

Comenzó a reír, aunque en el fondo diversión era lo que menos le causaba.

—Veamos lo que dice el señor Montero entonces —propuso tomando el teléfono para llamar a la oficina del padre de Elián, a pesar de que esta sólo estaba a unos metros.

—Estoy de acuerdo. Veamos lo que el señor Montero dice cuando le fundamente las razones del por qué sobre mi opinión y le diga que la base principal son los maltratos que su hija sufrió mientras estuvo aquí, de los cuales yo fui testigo y usted también, pero nunca hizo nada para controlarlos. Le hablaré del bullying que hay en los salones y le enumeraré los nombres de cada profesor que admite sobornos a cambio de una buena nota, eso sin contar lo que usted hace con cada profesora nueva que pisa este colegio.

Sus dedos se quedaron en estática antes de marcar las teclas de los números. Dejó lo que iba a hacer y regresó a mirarme.

—Nadie va a creerte.

—Yo fui la mejor amiga de Hillary Montero, comí decenas de veces a lado de la familia Montero. ¿Por qué piensa que no van a creerme?

Se quedó en silencio sin quitarme los ojos de encima.

—Quiero hablar con tu tutor mañana mismo.

Intenté mostrarme serena, pero sabía lo siguiente que iba a decir.

—Estás expulsada.

—Ex... ¿Expulsada? Pero yo...

—Y si te atreves a mencionar todo lo que has dicho, me encargaré de pasar tu historial escolar a la lista negra, ninguna universidad podrá admitirte.

—No sabe con quién se metió.

—¡No me digas! ¡Una niña de diecisiete años me está amenazando!

EL FANTASMA DE HILLARYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora