Chuuya ignoró olímpicamente a los otros dos detectives y acercó a Dazai a la camilla de Tatsuya para dejar al castaño allí apoyado.
Una vez sentado, Dazai sintió que los mareos que habían comenzado hace horas aun persistían, una mueca apareció en su boca, y ante la vista de Poe (Ranpo estaba mas ocupado saqueando la nevera), Chuuya ayudó al castaño a tumbarse en la gran camilla.
Con una sonrisa y los ojos cerrados, Dazai rodeó con los brazos a su hijo y hundió su nariz en el cabello con olor a pomelo de Tatsuya.
El infante bufó ante lo empalagoso que era su padre, aunque el brillo en sus ojos y el como se acomodó indicaba que en realidad aquello no le molestaba en lo más mínimo.
Mientras Ranpo se comía un pastel que encontró por ahí, Chuuya fue a sentarse en uno de los sofás, cerca de Poe. El estrés de las ultimas horas había acabado con él, no pudiendo hacer más que suspirar e inclinar su cuerpo hacia atrás, dejando que su cabeza colgara levemente fuera del asiento.
Como muestra de un TIC nervioso, el pelirrojo llevó su mano izquierda hacia su cuello y empezó a jugar y dar vueltas a la gargantilla que decoraba su cuello.
Un lloriqueo abandonó la garganta de Chuuya cuando escuchó la puerta abrirse, sabiendo de sobra que no era personal del hospital; todos allí les tenían miedo (culpa de Dazai), salvo una pareja de ancianos que se encargaba del dirigir al personal de limpieza, que a veces visitaba a Tatsuya, pero actualmente estaban de vacaciones y no volvían hasta dentro de una semana.
El Nakahara mayor gruñó con los ojos cerrados escuchando como las personas entraban a la habitación, no merecía la pena frenarlos ahora que ya estaban aquí. Refunfuñando abrió los ojos y observó a los tres nuevos intrusos.
Los recientes visitantes miraron la camilla de hospital donde un dormido y sonriente Dazai abrazaba a un niño pequeño también dormido que descansaba sobre el pecho del castaño, con muchos cables desenchufados a su alrededor, menos uno de color rojo y azul.
—¡Hola jefe! —exclamó Ranpo con los mofletes abultados por galletas y la boca manchada de chocolate y nata.
Fukuzawa Yukichi, primer intruso, intentaba parecer neutral ante las escenas ante él, pero ver a Dazai así le hizo alzar las cejas sorprendido y al ver la cara de Ranpo, no pudo evitar soltar la mano de su pareja y llevarla a su cara suspirando.
Akiko Yosano, segunda intrusa, compañera de Dazai, suspiró triste al ver que nadie parecía necesitar sus cuidados allí.
Y...
Ougai Mori, tercer intruso, pareja (supuestamente secreta) de Fukuzawa y líder de la Port Mafia.
—Siempre supe que entre vosotros había algo, pero no pensé que lo que había era el secuestro y aprisionamiento de un menor... —susurró en voz baja Mori, pero debido al silencio de la habitación, solo interrumpido por el ruido de Ranpo al comer una magdalena, todos le escucharon.
—No hemos secuestrado a nadie, Mori-san —la voz ronca de un adormilado Dazai resonó por todo el cuarto, provocando un escalofrío en Chuuya.
—¿Entonces me podéis explicar alguno de los dos de donde a salido ese niño?
—Es nuestro —exclamó un Dazai sonriente señalando con su dedo a Chuuya
—Eso ya lo entendimos Dazai, ¿Pero dónde lo habéis adoptado?
Una estruendosa risa sonó por toda la habitación, desconcertado a todos y despertando a Tatsuya.
Osamu le guiñó el ojo y empezó a acariciar el pelo de su hijo, quién al entender a su padre empezó a hacerse el dormido al ver a su otro padre abrir la boca para hablar.
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¿Qué está pasando? || Soukoku
Fiksi PenggemarAlgo extraño está pasando, y ni siquiera Ranpo sabe que sucede.