Capítulo 6.

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Ambas vieron con asombro cómo las plantas crecían con rapidez fuera de su cárcel de cristal, llenando la nada de lo que parecía una selva.

Era sólo verde, no había flores, tampoco animales, sólo amplio y denso follaje de plantas desconocidas, húmedas por la ligera lluvia que aún seguía.

—Sería lindo tocarlas —murmuró Juliana, viendo con una sonrisa a las plantas —. Sería lindo salir...

Valentina sólo se sentó a su lado, tomó su mano entre las suyas, y compartieron una mirada y un brillo en los ojos.

—Algún día... Dime, Juliana, ¿Qué piensas hacer al salir?

Juliana miró un poco al exterior, sus ojos se perdieron a lo lejos.

—Es raro... Sólo quiero irme, no sé a dónde, no sé qué hacer.... Sólo irme.

—Sabes... Últimamente creo que todos son así, sólo quieren huir y no saben qué hacer, supongo que en nuestra situación se comprende... Pero hay gente que no tiene ningún sueño, y sólo pasan de un lugar a otro para huir —miró a Juliana, quien escuchaba atentamente —. ¿Qué dices de eso?

—Que está bien no tener un sueño —dijo —. No es obligación tenerlo, quizás algún día tengan uno, tener una casa propia, o recorrer el mundo, adoptar un perrito o... Conocer a alguien especial —y sus dedos se movieron sobre la mano de Valentina en una caricia.

Valentina simplemente quedó muda segundos enteros, y Juliana supo que se había puesto nerviosa y sonrió por eso, volvió a ver al exterior, las plantas se movieron con una ligera brisa que no podía sentirse dentro de la caja.

—Sabes... Creo que tengo suerte de estar encerrada contigo —murmuró Valentina, en voz baja y tímida, mientras sus manos se movían nerviosas, jugando con los dedos de la pelinegra y los suyos, algo que le pareció adorable a la menor. —Aunque estemos completamente solas.

Se miraron con una pequeña sonrisa.

—¿No es hermoso? —preguntó Juliana —. Estar completamente sola.

Contigo, sí.

Lovely |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora