#02 Noche de fiesta

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Los nuevos amaneceres continuaban rodeándola desde el abrir de sus parpados con un brillo singular en su mirar al rodearse con el aroma del café colándose en su casa. Las ventanas abriéndose con una sonrisa leve en su rostro al recibir más de una mirada curiosa en ella; ocultándose, en raras ocasiones se conseguían conversaciones extensas de (t/n), no odiaba rodearse de otros al contrario continuaba cargando con las emociones de culpa.

¿Cómo podría desvanecer todas esas emociones? Las palabras no se borraban. E ignoraba las emociones de salir al mundo con una nueva sonrisa a intentarlo. Otra oportunidad de no cometer esos errores, pero quien era ella para asegurar no volver a seguir el mismo rumbo, porque... volvería a Bruno sin dudarlo. 

Su corazón dictaba ese rumbo. 

—Mi tío Bruno... 

Escucho a Mirabel cantando animadamente desde la mañana con una pequeña risa entristecida al oír ese nombre atesorado. Las fotos de ambos adornaban su habitación con encanto, esas sonrisas, tan enamorada estaba de él... continuaba enamorada de él. Eso se veía con nitidez en sus vestidos de tonos verdes que lo rememoraban. 

—¡No se habla de Bruno! — exclamaron todos al unísono.

—Podía ver el futuro — continuo sin importancia —. ¡Él desapareció! 

Sonrisas tristonas al oír exactamente eso; Mirabel era extremadamente animada incluso sin un don como el resto de su familia. (t/n) acomodo con orden su vestido además de ordenar su cabello (c/c), la música aún se oía desde el interior de su habitación ordenada hasta ser reluciente, las velitas bordadas en su vestido parecían incluso brillar con el mismo cariño de los recuerdos, solo sonreiría al tener memorias.

Atesoraba sus recuerdos. 

—Buenos días — saludo con una sonrisa en sus labios al abandonar su habitación en donde era recibida con las fotos de sus padres animados como siempre. Vivian eternamente en su corazón, continuaban viviendo en (t/n), una mezcla perfecta de sus padres. 

Se meció alrededor de su casa tomando la cesta con ropa sucia que en realidad solo era una poca cantidad de está. Bajando los escalones con calma al sentir el silencio rodeándola, porque a veces podría imaginar a su madre preparando su café con risas mientras su padre hacia tontearías, los vería ahí unos instantes antes de parpadear y esfumarse. 

—Desde aquí los contemplo al brillar... — musitaría, borrando su rastro de lágrimas creándose con su hombro. Porque ahí no había nadie preparándole el desayuno, no tenía a una sola alma para darle los buenos días ni un solo abrazo cariñoso, una persona que fuese a desenredarle el cabello, ni a sostenerla. 

Se tenía a si misma incluso eso era ciertamente insuficiente. 

Caminando con la cesta en sus manos hasta el final de los escalones casi resonaba una melodía entristecedora. Casi sacado de un libro al mecerse suavemente era la creación de vivir en un lapso antaño, siendo invisible, imaginaba a sus padres moviéndose de un lado a otro, incluso con sus discusiones, todo esto ocurría en la mente de (t/n). 

E incluso se vería a nada de estrellarse con ellos cuando daba una media vuelta con su vestido girando con ella hasta volver a su sitio original. Aromas gratos de una familia feliz de tenerse, unidos, no derramaría ni una sola lágrima. 

—No me lamento, debo seguir... 

Todos los días se mostro amable con el resto. Era solitaria, solo unos pocos la saludarían... casi nadie en realidad. Estaba vinculada a Bruno. Su reputación fue nada menos que arruinada en un instante, si antes se refugio en los brazos de sus salvadores padres, ahora se refugiaba en memorias fugaces. ¿Alguna vez imagino su adultez siendo de esta amarga forma? Al contrario, siempre fue creyente que su vida se pintaría de coloridos anaranjados & dorados al lado de un ser amado, con niños llamándola mami.

Dos Oruguitas {Bruno Madrigal & Lectora} Encanto - FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora