#07 El escondite

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¡A la mesa! — Continuaron cantando sin un un cercano termino a la unión de todas las voces. Oculta todavía en el cuarto de Bruno se tomo todo con cierta calma al respirar profundamente para aprovechar este momento preciso de escabullirse entre todos. La misión estaba en su mente y esta era huir. 

Sin dudar más deslizo hacia atrás la puerta con tal de obtener el suficiente espacio libre para escabullirse. Cerrándola totalmente. Sin dejar rastros de su presencia en aquella habitación, su mano derecha posándose sobre el muro, la otra sosteniendo la falda de su vestido para evitar tropezarse al descender los escalones. 

Tomando las precauciones necesarias. 

No detectaba moros en la costa o de esa forma estaba notándolo cuando se acercaba a los escalones directos a su libertad. Estaba a nada de irse finalmente cuando Casita había pensando en otras cosas; las baldosas temblaron alertando a (t/n), la mujer que se detuvo abruptamente con sus ojos abriéndose como platos cuando sabía que estaba a punto de suceder.

—No — ella susurro —. Ni pienses en... Casita, no es un buen momento para ponernos a jugar como en los viejos tiempos —. Pese a sus intentos de apartar esta idea de la casa viviente está atino a guiar directamente a (t/n) en otra dirección a prisa cuando ella intento sostenerse de la baranda sin éxito. 

Si otros la hubiesen observado habrían reído ante los intentos lamentables de (t/n) en escabullirse. Saltando de un sitio a otro. Casita la hacía retroceder hasta el mismo sitio, sin irse a un solo sitio diferente. Estaba atascada. Y se estaba frustrando verdaderamente cuando en un intento desesperado se lanzo en contra de la baranda a nada de sostenerse cuando Casita volvió a hacer las suyas cambiando el diseño de estas por lo cual el cuerpo de (t/n) solo choco contra el suelo. 

—Bien — murmuro cansadamente apoyando su mano contra la barbilla —. Llévame a donde quieras, es obvio que nunca seré demasiado buena para ganarte. Pero... no entiendo. ¿No deberías odiarme como el resto de la familia? Pasaron cosas malas por mi culp-!

A nada de continuar hablando de forma tristona Casita la movilizo a toda velocidad hasta una habitación conocida como la de Mirabel. Sorprendida cuando Casita simplemente no le permitió terminar de hablar puesto a como la hizo rodar desde el suelo hasta cerrar la puerta y ocultarla solo solto un bufido.

Desconociendo cuanto Casita sabía que no existían verdaderos culpables.

Nadie lo era.

Menos (t/n).

A su suerte como mala suerte se levanto del suelo conociendo estar encerrada en otro cuarto donde terminarían descubriéndola tarde o temprano. Se levanto, sacudiendo el polvo de su vestido además de arreglar su cabello en la mejor forma posible, unos pocos rastros de arena insistieron en permanecer sin caer al suelo. 

Cansada solo atino a sentarse sobre la cama aguardando a reencontrarse con Mirabel nuevamente que se sorprendería en encontrarla ahí todavía. Desistió totalmente en abandonar el cuarto si Casita estaba insistiendo en que permaneciera en los alrededores porque (t/n) desconocía que tan cerca estaba de un reencuentro añorado desde hacia tantos años ya. & entonces dio un brusco brinco desde la cama cuando Mirabel se adentro inesperadamente con todas las ideas de continuar con esta profecía cayendo en cuenta con la misma sorpresa que no estaba del todo sola. 

—¿(t/n)... aún sigues aquí? — inquirió sin entender nada.

—Estaba en medio de huir antes de atascarme con el musical inesperado — comento encogiéndose de hombros —. Casita no me permite irme, entonces... ¿Seguirás armando la profecía?  

—En realidad — acorto Mirabel con su mirar estático sobre (t/n) que se sintio evidentemente intimidada al notar que la adolescente sabía algo que no debía —. ¿Qué sabes sobre mi tío Bruno & como es que Dolores te ha escuchado llorando por él? 

Dos Oruguitas {Bruno Madrigal & Lectora} Encanto - FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora