#15 El día en que perdimos todo

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Ocultos entre los muros los dos adultos solo debían esperar a la solución en manos de Mirabel. Definitivamente ellos actuaron casi como una guía. Ahora solo debían permitir que Mirabel tomase las riendas de todo el asunto, había solución. Y estaban confiando en la adolescente que estaba dándose ánimos a si misma cuando estuvo en frente del cuarto de su hermana mayor, aunque los adultos no veían eso cuando caminaban entre la oscuridad.

—¿Los extrañas mucho...? — consulto Bruno en casi silencio al hablar temeroso de atraer malos recuerdos en (t/n). La pregunta estuvo desde ahí un rato, era obvio decir que Bruno en realidad necesitaba oír si ella necesitaba apoyo o realmente estaba más calmada al aceptar que sus padres se fueron físicamente aunque vivían con ella entre la naturaleza que los rodeaba —. ¿A tus padres, los extrañas?  

—Desde el amanecer hasta el anochecer.

Nunca iba a perder el sentimiento de extrañar abrazarlos con tanto cariño. Los recuerdos de divertirse con su padre al esconderse en los alrededores mientras él la buscaba, con ella dándole unos buenos sustos, unos fingidos mientras que otros eran reales, extrañaba saltar a los brazos de él cuando tenía pesadillas durante las noches, extrañaba los almuerzos de su madre, oírla cantar, bailar con su padre tontamente, ambos riendo, siendo adorables como una pareja. 

—Pero... solo un día despiertas aceptando que su ciclo termino — añadió (t/n) sorprendiendo a Bruno al oírla tan calmada —. Hubiera deseado tenerlos conmigo por siempre, e incluso volver a ese día con tal de que no tuvieran que marcharse, o al menos haberlos abrazo con más fuerza, pero nada dura para siempre... los extraño, tras un tiempo pude dejar de llorar cuando supe que en cierto modo seguían conmigo, en sueños, en sus cosechas, a veces di por sentado tantas cosas que ahora sería maravilloso tener de vuelta, aunque solo puedo decir que... fueron unos padres maravillosos.

—Deben estar orgullosos de ver como proteges a Mirabel — sonrió Bruno retomando su camino —. Que sus enseñanzas siguen viviendo en ti, te amaban... siempre pude ver eso. 

—También te amaban a ti, Bruno — añadió (t/n) soltando una risa que contagio a Bruno.

—Sí... tus padres eran realmente asombrosos.

—Lo eran.

Los dos continuaron conversando sobre los días divertidos que quizá eran distantes. Pero las memorias nunca se desvanecerían. Todo ello mientras Mirabel se encontraba guiando a Isabela a un nuevo nivel de su don, las flores perfectas fueron reemplazadas con toda clase de plantas con formas únicas.

Creándose alrededor de todo Encanto.  

La visión de Bruno no estaba en lo incorrecto cuando Isabela tiro de ella hacia sus brazos. Un abrazo. La solución de todo. Isabela siendo usualmente la chica perfecta estaba bañada en diferentes colores que incluso manchaban su cabello, ahí estaba, más contenta que nunca por revelar finalmente que no deseaba ser perfecta.

Solo ella misma & su hermana Mirabel la termino llevando a esta felicidad ansiada desde tantos años. Ocultándolo. Ambas descendiendo al suelo de flores como una colcha en donde se recostarían. Su tío tenía razón. El destino dependía de ella, e incluso al final (t/n) también tuvo razón respecto a que podría con esto, no fue difícil, quizá discutieron al inicio, pero terminaron aquí.

Solucionando los lazos que desvanecieron las grietas. 

—Eres una mala influencia — Isabela comento con una risa divertida ante el nuevo cambio. Pero las hermanas estaban más unidas que nunca al ser capaces de hablar cara a cara tras todos esos años llevándose mal solo por meras tonterías. 

—¿¡Qué está pasando!? 

Exclamo Alma Madrigal con verdadero cansancio al ver todo este desastre. E inmediatamente las dos se sentaron en el suelo. La sonrisa de Isabela desvaneciéndose con miedo, insegura sobre que diría la abuela sobre este cambio.  

Dos Oruguitas {Bruno Madrigal & Lectora} Encanto - FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora