Manchar a alguien de pintauñas es el mejor comienzo de una amistad.

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MARINA
Después de haberme releído el libro entero decidí salir a tomar un poco el aire, iba andando por el pequeño vecindario, con un cigarrillo en la mano dándole pequeñas caladas, hasta que choqué con algo.
-Lo siento, iba distraído hacia mi casa- se disculpo el joven rubio que se encontraba a escasos centímetros de mi.
-No pasa nada-Dije yo pasando la mano por mi sudadera, la cual fue parada por un líquido pegajoso de azul turquesa.
Tire el cigarrillo al suelo y lo aplaste con la suela de mi zapato mientras observaba aquella mancha azul, la cual desprendía un olor a pintauñas que hacía que se me quemasen los pelos de la nariz.
Miré al joven chico que se encontraba a mi frente con un pequeño bote de esmalte azul turquesa en la mano y cara de horror.
-Esto...emm...yo lo siento.- dijo el cerrando los ojos esperando un ¿golpe? ¿O quizás solo estaba mostrando su arrepentimiento?
Desde luego fuese lo que fuese, no pensaba golpearlo.
-No importa, tranqui, la sudadera ya estaba hecha una mierda.- dije sacándomela para enseñarle las marcas de quemaduras de cigarrillos que se encontraban en la parte trasera de esta- ¿Ves? No te preocupes.
El sonrió, parecía sentirse agradado por mi, hacía años que nadie se sentía así al notar mi presencia, me había vuelto alguien solitaria y fría, pero este chico me hacía sentir como si necesitase alguna clase de protección.
Y yo, debía protegerlo.
-¿Cual es tu nombre? El mío Lucas - dijo el, sonriendo y tendiendo su mano hacia mi.
-Marina, encantada Lucas-Dije estrechando su mano con suavidad y sonriendo severamente.
-Igualmente Marina, se que no nos conocemos ni nada, pero ¿Te gustaría ir a tomar algo? Yo invito, así te recompenso lo de la sudadera- dijo mirando al suelo mientras sus mejillas se tornaban de un color rojizo.
-No debes recompensarme nada, pero claro que iré a tomar algo contigo, conozco un sitio de batidos por aquí cerca, te llevo en moto si quieres pero deberás confiar en mi.- Dije yo, sabia que el no aceptaría nadie esta tan mal como para aceptar subirse en la moto de alguien a quien acaba de conocer, o eso pensaba yo.
-Esta bien, ¿Vamos?- Dijo Lucas totalmente confiado.
Comenzamos a caminar hacia mi casa, donde se encontraba mi moto en perfecto estado delante de la valla.
Abrí la maleta para poder pasarle un casco a Lucas.
-Cuando arranque y estemos de camino no te abraces sobre mi espalda o podré perder el control d la moto y eso podría llevar a que nos muriésemos los dos, mejor agárrate a mi cintura y mantén tu cuerpo separado de mi. -dije colocándome el casco y subiéndome a la moto.
El asintió, se subió y agarró mi cintura con miedo.
Arranqué la moto, y emprendimos el camino hacia el establecimiento.

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LUCAS
Había conocido a Marina a penas unos minutos atrás, tras vaciarle un bote de pintauñas turquesa encima, y ahora estaba en el centro de la ciudad con un batido de plátano y chocolate con ella.
Apenas la conocía y ya confiaba en ella ciegamente.
Marina es el tipo de persona que mis padres dirían que no me acercase suficiente.
Pero Marina estaba gritando ayuda sin abrir la boca, y yo había percibido esa pedida. Y estaba dispuesto a salvarla.
La noche comenzaba a caer y con ella Marina me llevo de vuelta a casa, resultaba que mi casa estaba justamente al lado de la suya, la agradecí por acompañarme esta tarde, aún que se negara a permitir que le pagase su batido por el desastre que había causado en su sudadera.
Justo antes de que se fuese me gire y la abrace.
-Gracias por ser mi amiga por una tarde- Sonrei y me metí en casa dejándola con la respuesta en los labios.

NENSHAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora