𝐎𝟑

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'Siento que me estoy ahogando. Me estás retendiendo, matando, lentamente.
Mi vida va bien solo cuando tú no estás cerca de mí'


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Era medianoche cuando Alice tocó la puerta de la habitación de Edward.

El duendecillo se había balanceado de un lado a otro, con ambas manos tomándose fuertemente detrás de su espalda baja, y dando brinquitos de impaciencia de vez en cuando.

No hubo respuesta, al menos no dicha, pero aún así todo lo que se podía percibir era claro y conciso, como si las palabras se hubieran escrito en el aire 'Lárgate'.

Aún así, la vampira insistió.

Los nudillos retumbaron de nueva cuenta contra la rica madera de ébano que marcaba el territorio de la habitación. Fue una clara señal de tesón por parte de ella

Edward contuvo un gruñido.

"No quiero ver a nadie, Alice" la voz del vampiro se vio reducida debajo de la tela gruesa de aquella chaqueta azul que le había robado a Bella en uno de sus descuidos "Estoy consciente de lo que hice" repitió.

Y lo fue, una y mil veces.

Había sido un imbécil absoluto.

Después de Volterra, la chica no se animó a dirigirle ni siquiera la mirada. Tanto Bella como Alice (la única Cullen interesada en reconciliar a la dulce, teatral y, a veces, ridícula pareja) sabían que algo estaba mal con él. Era imposible no darse cuenta con Edward gruñendo a Bella como un animal rabioso cada vez que ésta se acercaba a él cuando creía que se había calmado para abrazarlo.

La humana estaba estática, sin saber qué hacer para recuperar a Edward.

Sin saber cómo recuperar al chico que amaba.

Afortunadamente los ánimos se habían templado al menos y, paulatinamente, evaporado entre la pareja.

Muy atrás quedó la humana valiente y obstinada que se creía invencible, imparable en demostrar el amor que sentía por aquel hermoso dios torturado en su propia piel. Aquella mujer dispuesta a darlo todo por el hombre que era, aún, inalcanzable para ella, una simple y corriente humana, repentinamente se detuvo.

𝙥𝙖𝙧𝙖𝙨𝙚𝙡𝙚𝙣𝙚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora