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Buenas noches. Capítulo corto y tranquilo, que también viene bien en esta historia 😜😂
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-Será... - dijo mirando alucinada su teléfono - qué calentón más tonto así de repente - bufó encantada de la vida y dándose prisa por llegar a casa.

Como bien habían quedado y con la puntualidad digna de un reloj suizo, Amelia llamó a la puerta de una Luisita que se atusó el pelo y se colocó bien la camisa antes de abrir. Las ganas de estar juntas, solas, sin nadie a su alrededor había hecho que hasta ese instante se mostrarán más nerviosas de lo normal.

El tiempo que había tardado en llegar había bajado el calentón y la urgencia por verse era más por la necesidad de estar juntas que por otra cosa.

Luisita abrió la puerta y sonrió al ver a la morena. Amelia, con la mirada enamorada sonrió y Luisita le devolvió la sonrisa al tiempo que le dejaba paso.

- ¿Tienes hambre? - preguntó la rubia - estoy haciendo patatas a la riojana.

-Solo con escucharte se me ha abierto el apetito - contestó tras ella - ¿Te ayudo?

-No, no hace falta - rubia ya en la cocina - aunque podrias abrir una botella de vino y servir un par de copas.

-Claro - contestó acatando la orden. Abrió la botella y mientras Luisita bajaba el fuego, sirvió dos copas - por nosotras y por un futuro juntas - dijo con solemnidad.

-No cualquier futuro - corrigió - "nuestro futuro" juntas - terminó de decir haciendo una clara alusión a aquel idílico futuro de casa, hijos y hasta perro.

Brindaron y bebieron de sus copas de manera lenta para volver a sí reírse poco después.

Comieron entre miradas cómplices y gestos de cariño. Amelia alabó el plato de Luisita y ésta se sintió halagada por sus palabras. Tras esto, la conversación derivó hacia el "jueguecito" de aquella mañana, hablaron de cómo la rubia había evitado que Amelia llegara a entrar en su base de datos. La empresaria sonreía ante el fingido enfado de una Reina Roja que aún no podía entender cómo Luisita era tan buena en informática, a lo que la empresaria respondía con un sencillo "soy mejor que tú" algo chulesco que las hacía saltar en risas.

De ese modo, había terminado en el sofá después de comer. Sin apenas darse cuenta y en movimiento muy naturales habían acabado acurrucadas y acarameladas. Se limitaban a mirarse mientras que de una manera fugaz se acariciaban levemente. No hablaban, no les hacía falta, el silencio era tan cómodo, tan cómplice de ellas que no querían romperlo.

Se tentaban de vez en cuando a besarse con simples gestos y con sonrisas cada una aguantaba sus ganas para que la otra fuera quien tuviera que ceder, en esas estaban, sonriéndose cuando el timbre sonó haciéndolas saber que tenían compañía.

-¿Esperas a alguien? - preguntó la morena sin querer moverse.

-No - dijo incorporándose sin ganas ninguna de moverse.

-Pues dile a quien sea que se largue - le pidió - estaba muy bien como estaba.

-Y yo - contestó con una sonrisa llegando a la puerta y abriendo para descubrir a una nerviosa María que entró sin ser invitada - pasa, María, no te cortes - dijo mientras cerraba la puerta.

-Toma - le extendió una carpeta sin mirar quién más había allí - el informe de lo que ha pasado esta mañana, como pille al imbécil ese lo mato - bufaba.

-Ya esto, verás es que...

-¡Hola! - Saludó sonriendo traviesa.

-Ah... que estás aquí - dijo mirándolas a ambas con una ceja alzada - espero no haber interrumpido nada.

La Reina RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora