Capítulo 15

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JungKook estaba dormido cuando JiMin regresó a la caravana. El joven se desvistió tan silenciosamente como pudo y se puso una de las camisetas de su marido. Cuando se acercaba al sofá, escuchó un ronco susurro:
— Está noche no, JiMin. Te necesito.

Se giró y lo vio a través de la oscuridad. Tenía los ojos entrecerrados por el deseo. Estaba despeinado y la medalla que le colgaba en el cuello resplandecía bajo la luz de la luna que entraba por la ventana. JiMin aún podía oír en su mente el fuerte latido del corazón de Tater transmitiéndole un mensaje de amor incondicional.
Sabía que no podía darle la espalda a JungKook en ese momento.

Esta vez no hubo sonrisas. Ni dulzura. El pelinegro lo poseyó con ferocidad, casi con desesperación y cuando todo terminó, Jeon se acurrucó detrás de JiMin, sin soltarlo. Se quedaron dormidos con la mano del mayor acariciándole un pezón.

El castaño no regresó al sofá la noche siguiente. A partir de ese día, compartió la cama con su marido mientras sentía que su corazón se inundaba de una emoción a la que no quería dar nombre.

Una semana más tarde, llegaron al centro de New Jersey. Instalaron el circo en el patio de una escuela situada en un barrio de las afueras, con casas blancas de dos plantas, columpios en los patios traseros y monovolúmenes en los garajes.

De camino a la casa de fieras, donde Tater estaba atado, JiMin se pasó por el Vagón Rojo para hacer unos cambios en el pedido de pienso y, cuando entró, vio a Jin examinando algunas carpetas.

Lo saludó con una inclinación de cabeza. JiMin le se volvió que saludo y se dirigió al escritorio para buscar los papeles que necesitaba. Sonó el teléfono y lo tomó.

— Circo de los Hermanos Quest.

— Quiero hablar con el doctor Jeon —respondió un hombre con acento asiático.— ¿Podría avisarle?

Se dejó caer en la silla.

— ¿Con quién?

— Con el doctor Jeon JungKook.

Al castaño le comenzó a darle vueltas la cabeza.

— N-no está aquí en este momento. ¿Quiere dejar algún recado?

La mano le tembló al apuntar el nombre y el número. Cuando colgó sintió que temblaba.
¡Jeon era doctor! Sabía que era un hombre culto y que tenía una vida oculta, pero jamás se había imaginado algo así.

El misterio que rodeaba a su marido era cada vez más profundo, pero no sabía cómo sonsacarle la verdad.
JungKook seguía esquivando cualquier pregunta que le hacía, seguía actuando como si no tuviera una existencia más allá del circo.
Se humedeció los labios resecos y miró a SeokJin.

— Era un hombre que quería hablar con Kookie. Lo llamó doctor Jeon.

Jin metió varias carpetas en el cajón abierto del archivador sin mirarlo.
— Déjale el mensaje en el escritorio. Lo verá cuando entre.

Jin no había mostrado reacción alguna, así que evidentemente sabía más de la vida de su marido que él. Tal certeza le dolió.

— Debe de ser un descuido por su parte, pero Kook no me ha dicho qué rama de la medicina practica.

Jin tomó una carpeta.

— Tal vez porque no quiere que lo sepas.

JiMin se sentía carcomido por la frustración.

— Cuéntame lo que sabes de él, Jin.

— En el circo aprendemos a no meter las narices en la vida de los demás. Si alguien quiere hablar de su pasado, lo hace. Si no, no es asunto tuyo.

Aprendiendo Amarte [KM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora