Capítulo 1

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Park JiMin había olvidado el nombre de su novio.

—Yo, Park JiMin, te tomo a ti...— Se mordisqueo el labio inferior. Su padre los había presentado unos días antes, aquella terrible mañana cuando los tres habían ido por la licencia matrimonial.

Después, él se había esfumado y no lo había vuelto a ver hasta hacia sólo unos minutos, en el dúplex que su padre poseía al oeste de Central Park, cuando había bajado a la sala donde ese mediodía estaba celebrándose aquella apresurada boda.

JiMin casi podía sentir la enérgica desaprobación de su padre, que se encontraba a su espalda, pero eso no era nada nuevo para él. Lo había decepcionado incluso antes de nacer y no importaba cuánto lo hubiera intentado, nunca había conseguido que cambiara de opinión sobre su hijo.

Se arriesgó a mirar de reojo al novio que el dinero de su padre había comprado. Un semental. Un auténtico semental de estatura  imponente, constitución delgada pero fibrosa y ojos de un peculiar color ámbar, a la madre de JiMin le hubiera encantado. Park Jisoo había muerto el año pasado, en el incendio de un yate cuando dormía en brazos de una estrella de rock de veinticuatro años.
JiMin ya podía pensar en su madre sin sentir dolor y sonrió para sus adentros al darse cuenta de que el hombre que estaba junto a él, hubiera sido demasiado mayor para Jisoo. Debía rondar los treinta años y su madre solía fijar el límite de veintiséis.

Tenía el cabello castaño oscuro, casi negro y unos rasgos cincelados que harían que su rostro pareciera demasiado bella si no fuera por la mandíbula firme y el ceño amenazador.
Los hombres que poseían ese brutal atractivo habrían atraído a Jisoo, pero JiMin los prefería más maduros y conservadores. No por primera vez desde que la ceremonia había comenzado, deseó que su padre hubiera escogido a alguien menos intimidante.

Intentó tranquilizarse recordándose que no iba a tener que pasar más que unas pocas horas con su nuevo marido. Todo acabaría en cuanto tuviera oportunidad de exponerle el ola que se le había ocurrido.
Por desgracia, el plan conllevaba romper unos votos matrimoniales que él consideraba sagrados y, dado que no salía tomarse sus promesas a la ligera —en especial los votos matrimoniales—, sospechaba que eran los remordimientos de conciencia la causa de su bloqueo mental.

Empezó de nuevo, esperando que el nombre le viniera a la mente.

— Yo, Park JiMin, te tomó a ti... —la voz de JiMin se apagó. El novio en cuestión no le dirigió ni una simple mirada y, por supuesto, tampoco intentó ayudarlo.

Permaneció con la vista al frente, y las inflexibles líneas de aquel duro perfil le provocaron a JiMin un cosquilleo en la piel. Él acababa de formular sus votos, así que tenía que haber pronunciado el dichoso nombre, pero la falta de inflexión en su voz no había traspasado la parálisis mental de JiMin y no se había enterado.

— Jeon JungKook —masculló su padre detrás de él y JiMin pudo deducir —por el tono de su voz— que apretaba los dientes otra vez.

Para haber sido uno de los mejores  diplomáticos de Estados Unidos  no se podía decir que tuviera demasiada paciencia con él. JiMin se clavó las uñas en las palmas de las manos, diciéndose que no tenía otra alternativa.

— Yo Park JiMin... —tragó saliva—… te tomo a ti, Jeon JungKook... —volvió a tragar saliva—…como mi horrible esposo.
Hasta que no escuchó la exclamación de Yoona, su madrastra, no se dio cuenta lo que había dicho. El semental volvió la cabeza y lo miró.
Arqueaba una ceja oscura con leve curiosidad, como si no estuviera seguro de haber oído correctamente.

<<Mi horrible esposo.>>

El peculiar sentido del humor de JiMin tomó el control y sintió que le temblaban los labios. Él alzó las cejas y esos profundos ojos lo miraron sin una pizca de diversión. Resultaba evidente que el semental no compartía sus problemas para contener una risa inoportuna.

Aprendiendo Amarte [KM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora