Capítulo 23

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JungKook acompañó a JiMin a una casa modesta en una calle de un barrio obrero bastante alejado del zoológico.
Había una escultura de escayola de la Virgen María en el diminuto patio delantero, al lado de unos girasoles que rodeaban un parterre de petunias rosadas.

El castaño había alquilado una habitación en la parte trasera con vistas a la vía del tren. Mientras recogía sus escasas pertenencias, JungKook fue a pagarle a la casera sólo para descubrir que JiMin ya había pagado el alquiler por adelantado.
Gracias a la charlatana mujer, se enteró de que JiMin trabajaba como recepcionista en un salón de belleza durante el día y de camarero en una cafetería del barrio por la noche.

No era de extrañar que pareciera tan cansado. No tenía coche y tenía que ir andando o en autobús a todas partes; ahorraba todo lo que ganaba para cuando naciera el bebé. El hecho de que su esposo hubiera vivido en la miseria mientras él tenía varios automóviles de lujo y una mansión llena de obras de arte de incalculable valor, sólo contribuyó a hacerlo sentir más culpable.

Antes de ponerse en camino, JungKook consideró por un momento llevarlo a su casa en Connecticut, pero al instante rechazó la idea. JiMin necesitaba más que una curación física, necesitaba una curación emocional y tal vez los animales que amaba le ayudarían a conseguirla.

Aquello le resultaba tan familiar que JiMin sintió una momentánea felicidad cuando la camioneta se detuvo. JungKook y él estaban en la carretera, camino de la siguiente ubicación del circo. Estaba enamorado y embarazado y... se despertó de golpe cuando la realidad se abatió sobre él.

El mayor sacó la llave del contacto y abrió la puerta.

— Tengo que dormir un poco o acabaremos estrellándonos contra un árbol. Pasaremos aquí la noche. —bajó de la camioneta y cerró la puerta.

JiMin se reclinó en el asiento y cerró los ojos ante el brillante crepúsculo; también cerró el corazón a la dulzura que escuchaba en la voz de JungKook.
Él se sentía culpable, cualquiera podía verlo, pero no dejaría que eso lo ablandara. Seguro que él se sentía mejor después de haberle dicho todas aquellas mentiras, pero si JiMin las creía acabaría atrapado. Tenía que proteger a su bebé; ya no podía permitirse el lujo de ser optimista.

JungKook le había dicho que Yoona y su padre habían sustituido las píldoras anticonceptivas y se había disculpado por no haber confiado en él. Otra cosa que lo hacía sentirse culpable.

JiMin lo ignoró.

¿Por qué JungKook no podía dejarlo solo? ¿Por qué lo había obligado a regresar con él? Por primera vez en semanas, todas las emociones que mantenía bajo control interrumpieron en su interior. Apretó los nudillos contra los labios y lucho por contener todos aquellos sentimientos hasta que volvió a reforzar el muro que lo había mantenido en pie el último mes.

JiMin siempre se había dejado llevar por las emociones, pero si quería sobrevivir no podía seguir así. El orgullo lo es todo, le había dicho JungKook, y era cierto. Fue el orgullo lo que lo sostuvo. Lo que consiguió que contestara al teléfono en la peluquería un día tras otro y que pasara las noches cargando las pesadas bandejas con aquella comida grasienta que le producía náuseas.

El orgullo fue lo que puso un techo sobre su cabeza y lo que le hizo ganar dinero para el futuro. El orgullo lo mantuvo en pie cuando el amor lo traicionó.

¿Y ahora qué? Por primera vez en semanas, experimentaba temor por algo que no tenía nada que ver con poder pagar el alquiler. Le daba miedo JungKook. ¿Qué quería de él?

<<La peor amenaza para los tigres jóvenes es un tigre adulto. Los tigres no mantienen fuertes vínculos familiares como los leones o los elefantes. No es inusual que un tigre mate a su cachorro.>>

Aprendiendo Amarte [KM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora