Capítulo 4

176 30 0
                                    

-Me temo que es carísimo —estaba diciendo Tina—. Pero él me dijo que podía elegir el que quisiera.

—Porque te lo mereces —murmuró Anjali, intentando sonreír mientras le servía una copa de champán a Rahul—. Ya sé que prefieres una cerveza, pero en estas ocasiones es obligatorio tomar champán.

—Gracias —dijo él, alargando la mano para tomar la copa.

Cuando sus dedos se rozaron, Anjali se puso tan nerviosa que tiró la mitad del champán al suelo.

— ¿Estás bien?

—Sí, sí, es que estoy un poco nerviosa por la cena —se disculpó ella—. Creo que he sido demasiado ambiciosa.

—Siempre haces lo mismo. Planeas una cena de escándalo y luego no te sale. ¿Por qué no le ofreces canapés a tus invitados? Yo me conformaría con eso.

—Puede que tenga que hacerlo —suspiró Anjali, sonriendo cuando sus ojos se encontraron por primera vez.

Y, como siempre, fue como si estuvieran solos en la habitación. Pero Rahul fue el primero en apartar la mirada.

—Muchas gracias por hacer un esfuerzo. 

—Sí, todo está precioso —dijo Tina, que había observado el intercambio de miradas con expresión ceñuda.

Anjali había encontrado un antiguo mantel de damasco para la mesa de pino donde Kate, Phoebe y ella habían pasado tantas horas arreglando el mundo. Y con las velas y las flores estaba preciosa.

Había conseguido un efecto muy romántico... Claro que el efecto quedaba destruido por los platos sucios que inundaban el fregadero.

—Me gusta esta cocina tan grande —dijo Tina—. Por eso quería vivir aquí.

—Lo siento —dijo Anjali, colocando las servilletas.

El intercambio de miradas con Rahul la había puesto nerviosa, rara, como si estuviera caminando en la oscuridad. 

—No pasa nada.

—Debió parecerte muy antipático que no quisiera compartir la casa con nadie.

—No te preocupes —insistió Tina, mirando el anillo de compromiso—. Además, tal y como han ido las cosas, fue lo mejor que podía pasarnos. Si hubiese venido a vivir aquí, Rahul y yo no habríamos descubierto que somos compatibles, ¿verdad, Rahul?

—Es difícil saberlo —contestó él.

—Así que todo ha sido gracias a ti, Anjali —sonrió Tina, levantando su copa—. Gracias.

—Toma un canapé —murmuró ella, apartando la mirada.

—No debería —dijo Tina, inspeccionando la bandeja.

—Es lo único que me ha salido bien, así que deberías probarlos.

—Bueno, probaré uno... Ah, muy rico.

—Toma otro.

—No, gracias —dijo Tina entonces, tocándose el estómago—. Ya he visto el vestido de novia y no puedo engordar ni un gramo.

— ¿Ya has decidido la fecha de la boda?

Anjali se sintió muy agradecida por la intervención de Phoebe. Posiblemente se había dado cuenta de que estaba a punto de tirarle encima la bandeja de canapés.

—En mayo. Yo creo que una boda en primavera sería preciosa, ¿no os parece?

Tina parecía eufórica. Y no podía culparla. También ella lo estaría si Rahul le hubiera regalado un anillo de compromiso. Pero no había anticipado que cada palabra sería como un cuchillo en su corazón.

Los Mejores Amigos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora