II. Flecha equivocada

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🌙I can paint a picture of you in my mind, love🌙

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—¿Qué tienes en mente hacer, Biyín?

La diosa apoyó su mentón sobre su palma, pensando. Parada junto a ella, Ari, la deidad de la fertilidad y las cosechas, esperaba con paciencia la respuesta de su amiga.

—Se merece un castigo —decidió la rubia.

—Que... excesivo. ¿Cómo piensas castigarlo?

—Todavía no sé, pero, ahora que lo veo, ¡tú me puedes ayudar! —Biyín aplaudió sus palmas, encantada por la idea que acababa de llegarle a la cabeza—. Mátale todas las cosechas de su huerto, a todos los animales que crían en las caballerizas y corrales, oblígale a vivir en la indigencia.

Ari parpadeó varias veces, integrando lo que escuchó. 

—No me parece correcto que lo perjudique de esa forma. Él y su familia son súper responsables con mis ofrendas, e incluso tienen un rosal precioso dedicado a mi —justificó la fémina, con una sonrisita nerviosa—. Y Auron es un buen jovencito, le tengo debilidad, ¿sabes?

Biyín bufó, ahora más enojada que antes.

—Traidora. 

—Creo que si tanto quieres darle una lección, deberías hacerlo con algo que se apegue a su pecado —opinó Ari—, ... ¿qué se supone que te hizo?

—¡Quitarme el amor de mis creyentes!

—Ah, ya. Entonces, piensa en base a eso.

La diosa de ojos azules tamborileó sus dedos en una superficie, ya bastante desesperada. Y fue ahí que maquinó otro plan más siniestro, para el que necesitaría la asistencia de su hijo adoptivo y sus flechas mágicas. A continuación, llamó a un ruiseñor del jardín donde se encontraba, dándole indicaciones precisas de encontrar al dios del amor.

De inmediato, Focus recibió el mensaje que su madre le envió a través de uno de sus pajarillos que la seguían a todos lados, tal como si fueran confidentes. Bajó desde la imponente colina sobrevolando el sendero que surcaba el monte olimpo. Sus alas negras, oscuras y nocturnas se batieron con gracia hasta aterrizar en su destino. Cuando tocó tierra, se hincó en una rodilla a símbolo de respeto a la diosa de la belleza, quien se levantó de un trono para posarse frente suyo.

—¿Me buscabas?

—Sí. Necesito tu ayuda, hijo —le comentó de inmediato—. ¡He sufrido la ofensa más grande que se le puede hacer a una diosa!

🌙FOCUSPLAY🌙 Amor de un diosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora