┊☆┊Auron sufre las consecuencias de causar envidia en la diosa de la belleza, quien busca venganza en su contra. Sin embargo, la deidad destinada a arruinar su vida, acaba enamorándose de él.
☆ Adaptación del mito griego de Eros y Psique.
☆ AuronBot...
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Focus no sólo tuvo que acarrear con el fracaso de su deber, también tuvo que hacerle frente al nuevo sentimiento que se había provocado a sí mismo. Lo peor de todo fue encarar a la Diosa Biyín y hacerle ver que su venganza tendría que postergarse (o, mejor dicho, descartarse) ante la nueva cara de la moneda.
Enamorado pero sosegado, el dios cuervo pasó muchas noches en vela, incontables días en los que se coló al mundo mortal con el objetivo de contemplar al nuevo fruto de su amor. Lo que para él fueron instantes de su vida celestial, para Auron se trató de dos años completos.
A sus veinte, el muchacho continuó con su cotidianidad, desapercibido de aquel hecho que sucedió en su recámara en plena penumbra.
—Se te acaba el tiempo.
—El tiempo se me va a acabar cuando yo diga, Nia.
Las disputas, claro, persistían. De hecho, el afán de sus mayores por emparejarlo, se relajó un período, en el cual Auron aprovechó para ejercer de aprendiz en cuanto oficio se le ocurrió. A su padre le puso la excusa de querer pulir sus habilidades y le prometió que, si le daba una pequeña libertad de superación, pasado el plazo, se casaría.
Es así que se pegó como lapa a Ibai para conocer más de sus obligaciones burocráticas, que se coló en las lecciones de los caballeros que ejercía Fargan, un veterano espadachín de Karmaland; incluso le pidió a Pol que le enseñase un pelín de su arte culinario. El joven parecía un trompo, una bailarina, yendo de aquí para allá, experimentando. Hasta que la tranquilidad se acabó y el cuento de nunca acabar regresó para darle pesadillas.
—¡Pero por qué eres tan necio!
—Más bien tú porqué te metes tanto en mi vida —se quejó el menor. Ambos hermanos estaban discutiendo dentro de la granja de su condominio; recogían huevos de las gallinas y los patos—. ¿A ti en qué te afecta que me haga solterón?
Rubí y Nia compartían un temor. Ellos pensaban que, Josecristo, en las ansias de proteger a su hijo favorito y que no quedase desamparado, le heredaría las propiedades y los tesoros que guardaban con tanto recelo en una bodega.
Eran, francamente, una de las familias más ricas de todo el plano, en su mayoría, a consecuencia de las ofrendas que se le entregaban a Auron. Y como el castaño insistía en distribuirlas como si fueran pan caliente, tenían que tener cuidado. Juan e Ibai, sus maridos respectivamente, no llegaban a un nivel de riqueza tan excepcional; es así que su salida fácil y más ambiciosa se reducía a la herencia.
