Tʜᴇ ʙᴇɢɪɴɴɪɴɢ ᴏғ ᴇᴠᴇʀʏᴛʜɪɴɢ

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El inicio de todo.

García Pov's:

Odio que mi madre me haga sacar la basura, y odio más que si no lo hago me diga “Mi casa, mis reglas” dios, que madure. La Sra. Jolly está haciendo una venta de garaje y sinceramente, quiero algo, normalmente cuando ella hace eso, vende cosas geniales, a excepción de la vez que compre una bolsa de mano, todas mis malditas cosas se cayeron el  primer día que la ocupe.
Sin saberlo ya me estaba dirigiendo a aquella casa de mi linda vecina.

—Hola Nat, ¿Qué tal todo? ¿Hay algo que te guste? —cuestiono la amable señora.

—Hola Sra. Jolly, toda va excelente, aunque Marc no ha dejado de molestarme con sus juguetes, siempre los deja por todos lados, y todavía no veo algo que me guste —reí.

Marc es mi hermano menor, es algo irritante, pero no le quita el hecho de que sea tierno.

—Marc es un niño muy travieso, escoje lo que más te guste y cuando lo encuentres me avisas —dijo con una sonrisa.

Asentí y la Sra. Jolly se fue. Suspiré y metí mis manos en mi suéter, realmente no mentía en decir que no veía nada que me gustará.

—¿Cosas de cocina? Definitivamente no —susurre.—ouh, ¿Un muñeco pelirrojo? Me encanta —sonreí y me acerque para agarrarlo.

Al instante en que lo agarre sentí unas manos frías y salte del susto. Puse una de mis manos en mi pecho tratando de que me calmara y después vi de quién se trataba.

—Cuanto tiempo Wheeler, ¿Ya te dignaste a salir de tu cueva? —bromee.

Él rodó los ojos y habló.—Para tu información, siempre salgo, la que está encerrada eres tú —sonrió burlón.

—Te odio —dije entre dientes.

—Y yo a ti.

Jake, mi mejor amigo, nos llevamos... Relativamente bien, nos gusta bromear y fingir que nos “odiamos” cuando realmente nos queremos, o pienso que al menos él lo hace.

—¿Qué tal te trata está horrenda vida, mi querida Nati? —preguntó bromeando.

—Ñe, he tenido días buenos y malos, ¿Y a ti Wheel?

Hizo una mueca.—Lo de siempre.

—Ya veo y.. ¿Cómo va la escultura? —cambie de tema.

—Según yo va bien, pero necesito alguien que la vea para que me diga su opinión —contestó y me miró.

—No, sabes que no me gusta ir a tu casa —negué.

—Por favor, tu eres la única que entiende esto —suplicó.

—Nop.

Juntó sus manos en forma de súplica e hizo un puchero.

—No pongas cara de tlacuache aplastado, no me resisto a eso —voltee para no verlo.

Cada que me volteaba el se movía para que lo viera, aveces este chico es irritante.

—¡Esta bien! Lo haré —dije rendida.

Bʟᴏᴏᴅ [Jᴜɴɪᴏʀ Wʜᴇᴇʟᴇʀ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora