-...aléjate de aquí- la palabras sonaban como un eco en la cabeza de la chica y no podía entenderlas con claridad-. Aiko, reacciona por favor, tienes que alejarte de aquí-. Sentir la presión de unas manos en sus hombros que la sacudían con algo de brusquedad, fue lo único que pudo hacerla volver en sí.
Como si sus piernas se movieran por sí solas, empezó a correr lo más rápido que pudo siguiendo a una multitud que buscaba alejarse de la zona del incidente que acababa de ocurrir. Cuando ya se había alejado los metros suficientes, se detuvo unos instantes intentando encontrar con su mirada a su compañero, pero el descontrol de la gente a su alrededor no le permitían reconocerlo entre la multitud. Se convenció que de seguro estaría bien, y que solo se había separado de ella por el caos provocado por esa especie de insecto gigante que, a pesar de la gran distancia a la que se encontraba, podía divisar por sobre los edificios.
Por su parte, Joe esperó que la chica se alejara lo suficiente como para estar seguro que no le pasaría nada, para luego dirigirse en dirección del enorme digimon. Su aspecto le recordaba a Kuwagamon, pero se veía más grande y feo que este, probablemente se trataba de su evolución, pensó.
La cantidad de gente corriendo en dirección opuesta a la de él le dificultaba el paso, esto sumado a los temblores que se provocaban cada vez que la criatura se movía, no le permitían llegar a su encuentro a pesar de no encontrarse tan lejos.
Algunas unidades de la policía local llegaron rápidamente al lugar del incidente, y se dividieron en dos grupos, uno el que intentaba de evacuar a las pocas personas que aún continuaban en la zona del ataque, y otro equipo que procuraba alejar al insecto a través de disparos de armas de fuego. Los impactos no parecían hacer efecto en la criatura, ya que su exoesqueleto era demasiado duro para ser penetrado por las mismas. A pesar del nulo daño que los oficiales pudieron propinarle al digimon, este decidió contratacar. Extendió sus enormes alas e intentó batirlas, pero los edificios a su alrededor le impedían moverse con libertad, por lo que utilizó sus brazos en forma de pinza para destruir parte de los edificios, y de esa forma hacerse lugar para extender sus gigantescas alas. Acto seguido empezó a batirlas a toda velocidad provocando ráfagas de aire que volaron todo a su paso, incluidos los oficiales y algunos autos que se encontraban en la zona. Los destrozos aumentaban a cada instante.
Joe, que aún intentaba llegar al lugar del incidente, había podido observar como el digimon había destruido parte de dos edificios con su propio cuerpo, y aunque no podía ver qué había sucedido cuando batió sus alas a toda velocidad, imaginó que con ellos había provocado más daño. Las ráfagas de aire llegaron hasta él a pesar de no encontrarse en la dirección contraria a la de las alas del insecto.
Miles de preguntas invadieron la mente de Kido en ese momento, pero no podía darse el lujo de detenerse ni un instante a intentar responderlas, solo quería llegar al lugar e intentar ayudar a restablecer el orden en la ciudad, aunque tampoco tenía idea de cómo podría hacerlo, sería cuestión de decidir en el momento.
La marcha del elegido de la sinceridad solo se vio detenida cuando observó a una mujer caer al suelo y no poder levantarse debido a las personas que intentaban correr a su alrededor. Joe acudió a ayudarla, primero impidiendo que la lleven por delante, y luego permitiéndole ponerse de pie. La mujer, que tendría algo más de treinta años, le agradeció con las pocas palabras que pudieron salir de su boca debido al cansancio por estar corriendo con tacos, y al miedo que sintió en el momento en el que fue embestida y cayó al suelo. Él respondió amablemente, pero se encontraba tan apurado por llegar al lugar que ni siquiera sabía con claridad qué le había dicho la mujer. Cuando intentó continuar su marcha algo le impidió hacerlo: la mujer lo tenía sujetado de su remera e intentaba arrastrarlo con ella en dirección opuesta a la del digimon.
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Digimon Adventure: Lazos Rotos
AdventureLuego de la derrota de MaloMyotismon, la paz y tranquilidad había vuelto a la Tierra. Los elegidos continuaron sus vidas como adolescentes comunes, enfrentándose día a día con las adversidades de estar convirtiéndose, poco a poco, en adultos. Todo...