El final del muro

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Emilio POV

Sin darnos tiempo a dar explicaciones, mi padre nos sacó del granero entre gritos e insultos, maldiciendo a cada antepasado de Joaquín en el proceso y despertando a todos los que vivían en el rancho, logrando que incluso mi madre saliera corriendo con la cara pálida abriéndose paso entre la maleza del jardín para llegar a nosotros.

― ¡¿Qué está pasando?! ―exclamó mi madre mirándonos a cada uno como si tratara de descifrar lo que estaba ocurriendo sin tener mucha suerte, mi padre me soltó de golpe empujándome frente a ambos, dejándome ver a Joaquín detrás de él, se veía asustado y confundido, el alcohol parecía haber abandonado su sistema por el susto.

― ¡Pasa que encontré a tu hijo revolcándose con el heredero de esa maldita familia! ―masculló mi padre fulminándome con la mirada y mirando de reojo a Joaquín con puro repudio, abrí los ojos sorprendido por sus palabras y mi madre soltó un jadeo incrédulo cubriéndose la boca en el proceso.

―Eso no es lo que estábamos haciendo, no hicimos nada malo. Mamá... ―antes de que pudiera girarme por completo a explicarme con la única persona que sabía escucharía lo que tenía para decir, mi padre estrelló su mano contra mi mejilla haciéndome trastabillar.

― ¡Juan! ―exclamó mi madre apresurándose a interponerse entre nosotros.

― ¡Te dije mil veces que no lo quería jugando con ese maldito niño! ¡Te advertí que lo único que nos traería es desgracia, pero te negaste a escucharme! Y míranos ahora, el rancho está a un tornado de caer en bancarrota, no tenemos trabajo hace meses, mientras ellos se han quedado hasta con el más leal de nuestros clientes y ahora nuestro hijo es un completo degenerado. ―Joaquín me miró por detrás de mi padre con ojos incrédulos y solo atine a bajar la mirada.

No me gustaba hablar de los problemas que tenía el rancho, habíamos tenido épocas malas en todos estos años y lentamente caímos en un túnel sin salida, las deudas nos estaban ahogando, mi padre bebía más que nunca y mi madre luchaba por mantener la familia de pie, no era algo que quisiera contarle a nadie, me sentía avergonzado y lleno de frustraciones. Lo único que me traía tranquilidad era nuestra amistad, confiar ciegamente en que en algún momento él quizás me ayudaría a salvar las tierras que pertenecían a mi familia, pero mi padre tenía una idea completamente diferente de como terminaría si seguía a su lado.

―Eso no te da derecho a golpearlo, ni siquiera le dejaste explicarse, tan solo los sacaste de ahí como si fueran ladrones y te está diciendo que no es lo que parece. Pero incluso si estaban haciendo algo más, confío en que ambos son lo suficientemente mayores para saber lo que hacen. Tienes que dejar de verlo todo como parte de un plan en contra de la familia, Juan. ―mi padre la miró furioso sin intenciones de cambiar de parecer, pero mi madre no le dio tiempo a hablar cuando se giró a mirarme esperando una explicación.

―No hicimos nada malo, mamá. Nosotros solo... ―miré a Joaquín como si quisiera que me diera una respuesta, pero él estaba tan consternado como yo, ninguno se atrevía a abrir la boca por miedo a lo que podrían decir, mi padre acababa de llamarme degenerado por lo que creía haber visto y temía que, si siquiera mencionaba que nos habíamos besado, lo hiciera todo más horrible de lo que estaba resultando. ―Solo estábamos hablando, Joaquín iba a contarme como le fue en el baile y no queríamos despertar a nadie, así que sugerí el granero.

Mis ojos se encontraron con los de mi madre y supe que no creía toda mi versión de la historia, pero asintió con un suspiró antes de girarse a ver a mi padre de nuevo. Joaquín permanecía en silencio detrás de nosotros, atento a lo que decíamos, sin llegar a interferir, desde que éramos niños siempre le tuvo un terror indescifrable a mi padre y a pesar de ser casi adultos ahora, el miedo no se había ido.

Maldición MarcosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora