Ingenua despedida

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Emilio POV

Nos escondimos entre las ramas de aquel viejo árbol que nadie sabía quién había plantado, sus hojas caían como cascada rodeándonos en un cuarto secreto detrás de ambos ranchos, no estaba seguro si alguno de nuestros padres sabía de aquel lugar, pero en todos estos años jamás pensaron en buscarnos ahí, así que nos venía perfecto con las circunstancias actuales.

Mi espalda estaba recargada en el tronco mientras jugaba a acomodar los chinos de Joaquín con las puntas de mis dedos, él estaba recostado con su cabeza sobre mis piernas y era fácil olvidar los problemas en los que estábamos metidos, no podía decir si se sentía diferente a todas las otras veces que estuvimos aquí ahora que ambos sabíamos de los sentimientos del otro, pero estaba seguro que ese nerviosismo en mi vientre era nuevo.

― ¿Has hablado con tu padre? ―murmuró sin llegar a mirarme a los ojos, sonreí sin ganas soltando un largo suspiro en el proceso.

―Sabes que mi padre es incapaz de hablar con alguien. ―musité recordando cada discusión con él, podías tratar de explicarte mil veces, pero Juan nunca escucharía, su palabra era ley y se creía lo suficientemente superior para jamás estar equivocado. Joaquín frunció los labios jugando con una rama entre sus manos, sin decir nada más, me costaba trabajo creer que no tuviera una sarta de insultos guardados para mi padre, pero su educación iba a impedir que lo hiciera o quizás era solo por mí que evitaba hacerlo. ― ¿Tus padres han dicho algo?

―Quieren que pasemos el verano en la ciudad cercana a la Universidad, según mi padre me vendrá bien acostumbrarme a las calles y podremos comprar lo que necesite para el cuarto. ―detuve mis movimientos frunciendo el ceño para mirarle con un nudo en el estómago, las vacaciones iniciarían en menos de una semana, apenas soporté los días estando separados por una maldita pared, si se iba antes de lo previsto al otro lado del país terminaría por volverme loco.

― ¿Vas a irte? ―murmuré tomando su rostro para que me mirara a los ojos, él frunció los labios y se levantó para sentarse frente a mí instándome a doblar las piernas en forma de indio, igual que cuando éramos niños para poder estar más cerca, tomó mis manos con cuidado y me dedicó una sonrisa nostálgica.

―Solo será un mes, tú irás a la misma Universidad y nos encontraremos allá. Mi madre dice que cuando estemos lejos, nuestros padres no podrán decir nada y ellas mantendrán nuestro secreto. ―susurró con ternura jugando con mis dedos entre los suyos y solo pude cerrar el agarré con el maldito nudo haciéndose más apretado bajando la mirada a nuestras manos unidas comprendí que más que una coma en nuestra historia, había puntos suspensivos. ―Vamos a estar bien, voy a esperarte...

―Nunca recibí respuesta de la Universidad, Joaquín. ―respondí mirándole de vuelta con la realidad de lo que pasaría en menos de una semana, no íbamos a reencontrarnos en un mes, ni pasaríamos cinco años lejos de esto viviendo en nuestra burbuja. Él se iría y yo me quedaría aquí. ―No vamos a encontrarnos allá en un mes.

―Pero...teníamos las mismas calificaciones, tu ensayo era bueno y tenías actividades extracurriculares. Quizás se perdió en el correo... ―exclamó con el rostro crispado y el ceño fruncido. ―Llamáremos a la Universidad, ellos te dirán que esperan por ti. ―prometió llevando sus manos a mi rostro, pero las tomé lentamente negando y dejando un beso sobre ellas con una sonrisa triste.

―Todos los que enviaron solicitud a esa Universidad en pueblo, recibieron respuesta hace semanas, Joaquín. Llamar para que me digan en voz alta que fui rechazado parece masoquista ¿no crees? ―murmuré en un tono que pretendía ser una broma, aunque en el fondo me sentía completamente derrotado. Le miré a los ojos con una de mis manos acomodando sus chinos en su lugar y su mirada se lleno de lágrimas no derramadas.

Maldición MarcosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora