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—El celeste se siente como el agua y el rojo como una tarta de manzana —intentaba explicar Taehyung —el naranja es como el fuego, pero eso no lo vas a tocar —dijo serio.

Tenía a Hoseok sentado en la mesa, con todos los objetos que cabían en esta, haciéndolo sentir las texturas y comparándolo con los colores.

Taehyung quería enseñarle a Hoseok un poco de las flores, su primera idea fue enseñarle con estas, luego reparó en qué casi todos los pétalos se sienten igual al tacto.

—El rosa es como el azúcar porque es dulce, aunque en realidad es blanca, el blanco es el frío.

Hace una semana Hoseok había vuelto, y ahora había recuperado su movilidad aunque las marcas en su cuerpo no se habían borrado: a Hoseok no le importaba; a Taehyung lo hacían sentir mal.

Él no quería que Hoseok cargará con eso, él no creía que Hoseok mereciera algo así, Taehyung había estado teniendo pensamientos negativos, de esos que le hicieron pasar años aprendiendo a controlar, de los que volvían sus ojos verdes.

Tenía ideas que no eran suyas.

"Es parte de la maldición" le había explicado Morfeo "La rabia y el odio la traen de vuelta, ella no se ha ido realmente, y va a querer controlarte a cada momento que tenga la oportunidad".

Sí... querer defender a Hoseok le traía mucha rabia también.

La risa, algo suave, de su invitado lo distrajo, sus mejillas estaban sonrojadas y eso era muy común en él, le gustaba cómo lucía además.

Hoseok no sabía lo bien que se veía sonriendo y Taehyung quería decírselo, pero aún estaba descifrando los límites de lo que era normal en una conversación cotidiana. O por lo menos los límites entre amigos, eso le había dicho Hoseok, que eran amigos ahora y debían llevarse bien, que le gustaría saber de él y conocerlo mejor. Hoseok estaba siendo muy amable y eso a Taehyung le encantaba.

Taehyung esperaba que Hoseok se quedará para siempre.

—Intentaré recordar lo que me ha dicho por ahora —dijo Hoseok.

Pero aunque había pasado una semana, Hoseok seguía hablándole de usted.

—Bien...— el sonido del agua rebalsando de aquella enorme olla sobre la pequeña chimenea los hizo exaltarse— oh.... ya está, prepararé el baño para ti— sonrió Taehyung.

Hoseok asintió y se quedó quieto, pero curioso. Con mil preguntas para Taehyung si no es que millones.

—¿Tiene familia, señor Taehyung?

—¿Familia? No, nada similar, algunos amigos tal vez.

—¿Siempre ha estado solo? ¿Aquí?

—No aquí, antes de llegar aquí estuve en China, Grecia, en Roma, luego viajé por muchos años, finalmente volví a Corea, las cosas han cambiado mucho, pero sigue habiendo un emperador y pequeños pueblos olvidados, quizás como el tuyo.

—Sí... la guerra no ha llegado aquí señor y dudo que lo haga, no somos tantos ni tan importantes.

—Por ahora eso es bueno, las guerras son de las peores cosas que ha creado el hombre.

Unos segundos de silencio se dieron cuando Taehyung fue a dejar el agua al baño y regresó a tomar la mano de Hoseok para llevarlo, su mano era pequeña, pero fuerte, mantenía marcas de trabajo.

—Sabes dónde está todo, te esperaré afuera.

—Señor... ¿usted quisiera tener una familia?

—¿Te refieres a hijos? No, yo nunca he deseado nada así.

—Ya veo —dice Hoseok— terminaré rápido.

Taehyung sale, llega a la puerta y su cuerpo vuelve a pelear por quedarse y observar, pero la última vez eso ofendió a Hoseok, tal vez solo no escogió las palabras correctas.

Taehyung no entiende, él aún recuerda a las ninfas que le dejaron tocarlas y verlas, ellas mantenían los ojos fuertemente cerrados y él prometía mantener silencio, a diferencia de aquella otra, que no aguando su monstruosa curiosidad y aún es piedra, una estatua en medio del camino a Estigia.

Taehyung ha tocado el cuerpo de una mujer antes, lo ha visto y aún no lo olvida.

Pero Hoseok es muy diferente a las ninfas, si bien su piel luce suave, su cuerpo es obviamente masculino, su cabello corto y tiene algo de vello apenas en las piernas.

Taehyung se dice a sí mismo que salga que ahí, Hoseok no sospecha que está siendo observado.

Y una mentira es lo peor, Taehyung sabe, así que aclara su garganta antes de hablar.

—Hoseok...

—Señor...

— ¿Puedo quedarme?

Hoseok pasa saliva con fuerza, su garganta se cierra.

—¿Aquí?

— Sí... justo aquí, no estoy cerca, no voy a golpearte, pero quiero ver...

—¿Ver qué?

—A ti... tu cuerpo es...

—¿Por qué? —interroga de inmediato, la voz dura y lo único que lo cubre es un camisón hasta sus muslos.

—Me gusta.... verte, es agradable, me hace sentir bien y...

—¿Solo ver, verdad?

—Solo ver.

—¿Lo promete?

—No te estoy obligando

Al ir creciendo a Hoseok le repitieron: "se agradecido por lo que te dan, quid pro quo, nada nunca es gratis". Y no podía darle dinero al señor Taehyung , al menos podría darle esto, no era nada, el hombre era raramente curioso, tal vez por vivir solo tanto tiempo, pero no era un mentiroso, hasta el día de hoy no le había mentido, no que él supiera.

Hoseok se descubrió por completo de pie frente a un silencio fúnebre que cubría el lugar, la respiración de Taehyung se cortó y ni eso ahora podía escuchar, era como estar solo sabiendo que no era así, desesperante.

Taehyung sentía calor, observando los lentos movimientos de Hoseok lavando su cuerpo, como con cuidado, lento, observaba todo lo que tenía en frente y sus pantalones se sintieron apretados en la entrepierna.

Las musas cantaban sobre esto, sobre el sexo y el placer, le contaban a veces lo que era, y Taehyung lo sintió apenas aquella vez, pero... ver a Hoseok era como una explosión, todo junto.

Y sus manos picaban por tocar, por tocar al hombre frente a él por todas partes y no dejarlo irse.

Taehyung quiere...

—Debo irme —dijo con la voz ronca— hay ropa en la cama, una manta... una bata... toalla.

Hoseok lo escuchó salir de la cabaña.

Una lágrima salió de sus ojos, él se sentía raro, no mal tal cual, simplemente pensaba ¿si ahora este era el pago por su estancia, que sería después?

Tulipanes Azules | VhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora