Capítulo 6

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Estación King's Cross

Septiembre 1 de 1993

¡Tarde! ¡Tarde, voy tarde! Realmente no fue una buena idea beber. Nos quedamos dormidas y ahora estamos llegando tarde.

—¡MAIA! ¡MINA! ¡Rápido, es tarde! —grito bajando las escaleras.

—Señorita, no grite, mi cabeza va a estallar —escucho a Mina quejarse mientras masajea sus sienes—. ¿Cómo no le duele la cabeza? —me pregunta.

—Fácil, ya estoy acostumbrada —digo como si nada.

—Ya vamos —habla Maia mientras baja el baúl. La ayudo a bajarlo.

—¡Espera! —Cómo pude olvidarlo— ¡La varita! —chillo, haciendo que Maia y Mina se cubran los oídos.

—Señorita... su varita está lista, fue hecha especialmente por nuestra señora —informa Maia con expresión de fastidio.

—Pero, ¿no se supone que la varita elige al mago? —pregunto confundida.

—Sí. Pero usted es especial, por lo cual su varita lo es —dice como si eso respondiera mi pregunta.

—Bien —me limito a decir—. ¿Cómo llegaremos a la estación?

—No tenemos otro transporte, pero sé que a ninguna le va a gustar —advierte Maia.

—No... —digo con la idea de que no sea lo que estoy pensando que es.

—Sí —

[...]

¡Puaj!

—Respire hondo, señorita —escucho a Mina mientras sostiene mi cabello. Al parecer, es la única que no ha vomitado. Lo juro, traté de aguantar esta vez, pero no pude, y justo ahora me encuentro en una esquina de la estación vomitando.

Sí, señores, usamos traslador. Algunas personas se nos quedan mirando con completo asco. Estúpidos, como si nunca hubieran vomitado. Cuando creo que no puedo vomitar más, Mina nos pasa a Maia y a mí un pañuelo.

Sacando su ¿varita?, Mina limpia el desastre. ¡Espera! ¿Desde cuándo tiene Mina una varita?

—Ya es hora, señorita, suba —anuncia Mina, tirando de mí hacia el tren.

No tengo tiempo de observar el andén mucho, pero es tal como en las películas. Hay niños por todos lados despidiéndose de sus padres. Maia y Mina ponen mi baúl en la cabina del tren.

—Nos vemos en vacaciones —se despiden las gemelas al mismo tiempo.

Me pongo a buscar un compartimento vacío. Cuando lo encuentro, cierro las puertas detrás de mí, agarro mi cartera y la coloco a mi lado.

Iba a dormir, pero lo pienso mejor y agarro un libro para leer sobre pociones. Realmente no quiero quedar como Harry en la clase de pociones con Severus.

—Disculpa, ¿podemos sentarnos aquí? —pregunta alguien.

—Claro, adelante —indico sin despegar mi mirada del libro. Por la voz, sé que es Ginny Weasley la que habla, aun así me hago la loca.

—Soy Ginny y ella es Luna, tú eres... —

—Adele, me llamo Adele, un gusto —las saludo a las dos con un apretón de mano.

—¿Entrarán este año? —pregunta Ginny, sabiendo que no.

—No, este es nuestro segundo año. ¿Tú estás en tercer año, verdad? No te había visto nunca.

—De hecho, es mi primera vez aquí en una escuela de magia. Toda mi vida estuve en un orfanato. Mi carta de Hogwarts llegó hace unos días, pensé que no tenía magia —repito las mismas palabras que le dije al duende en Gringotts.

—¿Entonces cómo supiste de la magia? —pregunta Luna, hablando por primera vez. Su voz denota curiosidad.

—De hecho, una de las cuidadoras en el orfanato era una bruja y desde el primer instante supo que por mis venas corría sangre mágica y me instruyó. Me decepcioné mucho cuando cumplí 11 y no llegó mi carta de Hogwarts —termino mi discurso fingiendo tristeza para hacer más creíble mi historia—. Pero eso ya es pasado y acá estoy.

—¡Podemos ser amigas las tres!, digo si quieres —un notorio rubor recorre el rostro de Ginny.

—¡Por supuesto! ¡Me encantaría! ¿Qué opinas, Luna? —pregunto a Luna emocionada. Era la primera vez que escuchaba que alguien quisiera ser mi amiga.

—¡Sí! Pero toma esto —me da una pulsera con algas de diseño, también le da una a Ginny—. Es para que los torsopolos no jueguen con sus mentes.  —ah, Luna y sus rarezas —pienso mientras una sonrisa se forma en mi cara.

—Gracias, Luna —

—Por nada —

¿Reencarne en Harry Potter?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora