Capitulo 7✔️

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Salir de fiesta en Londres es realmente increíble. No lo hacíamos a menudo, pero una buena ronda de discotecas es justo lo que necesitaba. Mi pobre mente estaba saturada de emociones, miedos y culpa. Necesitaba bailar y beber y reírme, pero sobre todo lo que me hacía falta era olvidarme de toda esta mierda. La vida era demasiado corta para mortificarme con las cosas malas, o por lo menos eso es lo que me había dicho mi psiquiatra. Tenía una cita con la doctora Roswell al día siguiente a las cuatro y luego una cena con Ethan. Era el primer paso que dábamos después del acuerdo que habíamos hecho por teléfono de tomárnoslo con calma. Me había dicho que quería poner las cartas sobre la mesa y tengo que admitir que eso me gustaba. Prefiero ir con la verdad siempre por delante. Lo cierto es que yo no tengo nada que ocultar; se trataba más bien de tener cuidado sobre lo que quería compartir con él. Y tampoco sabía cuánto podía compartir con Ethan. No tenía un mapa que me dijera por dónde ir. Tenía que arriesgarme, surcar la ola y esperar no caer directa al arrecife y ahogarme.

-Prueba esto. Es increíble. -Benny me dio una copa alta de color rojo anaranjado en un vaso de cóctel-. Lo llaman Llama Olímpica.

Le di un trago.

-Muy bueno.

Vimos a Gaby dar botes en la pista de baile con un tipo que definitivamente no iba a tener la suerte de pasar la noche con ella. Ya llevábamos tres discotecas y mis pies empezaban a quejarse. Mis botas moradas quedaban genial con mi vestido de flores de un solo tirante, pero después de tres locales estaba lista para ponerme unos calcetines calentitos.

-Mi fetichismo por las botas de vaquero me está matando. -Sonreí a Benny y levanté una bota.

-Pues tienes como diez pares. -Se encogió de hombros-. Yo creo que te hacen muy sexy. Imagina -dijo Ben pensativamente-, desnuda y con las botas puestas..., los retratos serían increíbles -afirmó mientras movía la cabeza con rapidez-. Tu cuerpo y tus botas. ¿No tengo razón? Quiero hacerlo. Puedo hacer que todo esté oscuro y resaltar solo el color de las botas. Las tienes de muchos colores: amarillo, rosa, verde, azul, rojo. Quedará impresionante. Solo arte. Nada de mal gusto. -Me miró-. ¿Lo harías, Bree?

-Bueno..., sí, claro que lo haré. Si crees que las fotos serán buenas, entonces claro que les doy permiso a mis botas. -Le saqué la lengua-. A mi madre le dará un infarto. -Esperé a que Ben hiciera un comentario sarcástico.

-Tu madre necesita un buen revolcón. -Ben no me decepcionó.

Rompí a reír a carcajadas con la ridícula imagen de Clarice Huntington Bennett Exley dándose un buen revolcón en algún momento de su vida.

-Joder, nadie ha dicho que para quedarte embarazada necesites tener un orgasmo, y estoy segurísima de que mi madre solo se acostó con mi padre esa vez.

-Puede que tengas razón, reina -dijo Benny. Ben había visto a mi madre un par de veces, por lo que sabía de lo que hablaba-. Pero si solo fue una vez, lo hizo muy bien para tenerte -bromeó Ben, y seguí riéndome.

Mis padres se divorciaron cuando yo tenía catorce años, seguramente por falta de revolcones regulares y porque se dieron cuenta de que no tenían ningún interés el uno en el otro, pero para ser sincera, ambos se quedaron en el mismo sitio sin moverse hasta que acabé el instituto. Mi madre cruzaba el charco y venía a Londres cuando le daba por ahí y yo me lo pasaba muy bien horrorizándola con mis amigos, con mi estilo de vida y mi comportamiento hasta que la visita la superaba. Su nuevo marido, Frank, era mucho mayor que ella, mucho más rico que mi padre y era probable que estuviese encantado cuando mi madre se iba de San Francisco en alguno de sus viajes. Dudo de que se diera muchos revolcones con Frank. Quizá Frank se diera algunos cuando ella estaba fuera, pero quién diablos lo podía saber. Mi madre y yo estábamos a malas la mayor parte del tiempo.

Atraccíon PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora