O11 | ½

75 2 0
                                    

Era de noche y el de sudadera verde junto con él de sudadera roja tenían tremenda discusión de quien dormiría donde, Edd como todo pan de Dios y buena madre ofrecía su habitación para que el cornudo durmiera pero él sólo se negaba y en su lugar decía que dormiría en el sofá. Intercambiaban gritos llegando a subir el volúmen cada vez más hasta el punto de insultarse y lanzarse una que otra cosa. El pecoso que se hallaba expectante estaba casi al borde del llanto no sabiendo como calmar a sus dos amigos hasta que se le ocurrió una gran idea.

—¡Pueden dormir en la misma habitación!–. Gritó con emoción por la idea tan ingeniosa que acababa de tener mientras alzaba sus brazos teniendo una sonrisa inocente.

Los dos callaron al instante, Edd parecía considerarlo y Tord se negó al instante diciendo que era algo muy "gay", con eso la discusión terminó por las risas y el cambio de ambiente a uno más relajado, al final había ganado el cornudo sobre dormir el sofá, sólo faltaba esperar para mañana, el cumpleaños del dibujante.

[...]


Por fin el día más esperado por parte de dos Británicos y un Noruego había llegado. El último mencionado llegó a despertar por la luz del sol que golpeaba contra su rostro, se preguntaba cómo mierda es que la única ventana de esa sala de estar (que se hallaba en la cocina) podía darle directo en el rostro.

Gruñó tallando sus ojos para quitarse el sueño e inmediatamente como sí de un rayo se tratase le llegó el recuerdo de que era el cumpleaños de su querido amigo de verde, inevitablemente una sonrisa apareció en su rostro levantándose del sofá para dirigirse al baño de forma silenciosa, se dió una corta ducha e hizo su aseo diario poniéndose su típica vestimenta, camiseta gris, sudadera roja encima y unos pantalones negros ¿Cómo es qué los tenía? Al parecer Edd los tenía guardado, por la nostalgia.

Se cambió las vendas de su cuello ya que no que quería andar con aquellas marcas de asfixia al aire. Ya estaba listo, asegurándose de no despertar a su querido amigo salió de aquel apartamento para dirigirse al de Matt tocando la puerta de forma escandalosa para despertarlo pero, no lo suficiente para despertar a los vecinos.

—¿Abuelita?–. Un pelinaranja se asomó por la puerta con los ojos achicados por recién despertarse, al mirar al Noruego con una enorme sonrisa se quedó confundido —¿Tord? ¿Sucedió algo? Son las... Siete de la mañana.

Había hecho una pausa para checar su teléfono y al notar la hora sólo le dedicó una mala cara al contrario. No acostumbraba despertar tan temprano, normalmente se despertaba a las nueve para hacerle compañía al castaño mientras que él preparaba el desayuno ya que era el que mejor cocinaba del trío de Británicos.

—Ah, ¿Es tan temprano? Perdón, no revisé la hora–. Sonrió avergonzado mirando como parecía que quería azotarle la puerta en la cara pero lo detuvo —¡No! Espera Matt, te desperté por algo importante, es el cumpleaños de Edd y quería saber sí te gustaría prepararle un pastel conmigo.

Unos minutos de silencio se hicieron presentes, parecía que el que se encontraba dentro del departamento estaba resolviendo el problema de matemáticas más complicado del mundo y, como sí de agua helada se tratase todo el sueño que tenía se desvaneció, en su lugar, una amplia sonrisa y unos ojos iluminados aparecieron en su rostro. No tardó ni un segundo más tomando la mano del Nórdico metiéndolo de golpe haciendo que un vecino que caminaba por el pasillo pensara que lo secuestraban.

—¡El cumpleaños de Edd! Es cierto, se me había olvidado por completo, es obvio que merece una gran fiesta–, hizo una breve pausa bajando su mirada hacía sí mismo —¡No puedo lucir así para Edd! ¡Debo arreglarme!

El contrario arqueó una ceja por su comportamiento, era cierto que no se veía bien pero no era necesario exagerar tanto, aún así decidió prestarle más atención a su vestimenta; usaba unos pants holgados de color grisáceo casi el doble de su talla, una camiseta negra con la frase ‹I ♡ M@› y al subir la mirada tremendo susto se llevó al verlo, una mascarilla de color verde la adornaba y las ojeras debajo de sus ojos le hacían parecer un zombie a excepción de que la diadema para maquillaje con orejitas de gato lo hizo calmar y darse cuenta de que no era uno.

El narcisista que seguía viendo su aspecto iba a decir algo hasta que notó la cara de susto que tenía su acompañante haciendo sentir su corazón quebrarse, tenía que arreglarse lo más rápido posible para que Edd no lo viera de ese mismo modo. No lo dejó ni hablar cuando ya había salido disparado al baño seguramente para poder arreglarse, Tord no hizo otra cosa más que suspirar frustrado por su actitud infantil suponiendo que le tocaría hacer todo a él.

[...]


En el departamento de al lado nuestro queridísimo cumpleañero se encontraba durmiendo plácidamente en su cama, un gato de un gris oscuro se subió a la cama justo donde se encontraba descansando y fue directo a donde su rostro maullando para llamar su atención, lo único que obtuvo fue un quejido de su parte. Eso al gato de nombre Ringo no le agradó tanto moviendo su cola lentamente con molestia, se acercó un poco más mordisqueando su nariz para al fin despertarlo cosa que para su suerte funcionó.

—¿Ringo? ¿Qué sucede?–. Adormilado lo miró frotándose los ojos con sus manos echas puños, el recién nombrado empezó a frotarse contra él —¡Cierto! ¿Cómo pude olvidarlo? ¡Es mi cumpleaños!

Una creciente sonrisa apareció en sus labios, soltó suaves risas por la "felicitación" por parte de su querido gato al que, no tardó mucho en repartir pequeñas caricias por su cabeza al igual que uno que otro beso. Se levantó de la cama estirándose yendo directo al baño para hacer su aseo diario y vestirse de lo "mejor" pues era su cumpleaños, no iba andar en pijama.

Su emoción era inmensa, por fin podrían pasar un cumpleaños los cuatro juntos como en los viejos tiempos, sólo esperaba que no hubiera ningún tipo de problemas ¿No iban a pelear en su cumpleaños verdad? Con los ánimos al cien se dirigió a la cocina notando que no estaban ahí con el desayuno listo, ni siquiera estaba su amigo de rojo dormido en el sofá. Se encogió de hombros pensando que a lo mejor le preparaba una sorpresa así que sólo se dirigió a la cocina para hacer Waffles con jarabe de chocolate y tocino al lado.

Un buen desayuno para el cumpleañero y su querido gato al que le dio una lata de atún, los cuatros platos estaban servidos en la mesa donde se encontraba esperando, habían pasado unos cinco minutos y todavía no habían vuelto.

—Quizás se retrasaron ¿No es así?–. Rio en voz baja, sabía lo olvidadizos que eran sus amigos.

Así pasaron diez, quince, veinte y hasta treinta minutos donde ahora había un castaño al borde del llanto, era paciente, podía esperar horas sin preocuparse pero ¿Y sí lo habían olvidado? ¿Y sí Tord había aprovechado para irse? Ringo al notar su tristeza no tardó en subirse a su regaz

Miedo y odio ||×Tomtord×||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora