Prólogo

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—La era de los Shinobi se acabó —Dos espadas chocaron, haciendo que el sonido del metal se escuchara por todo el horizonte en forma de eco, acompañado por pequeñas chispas por el roce de estas.

Lo aldea que alguna vez fue erguida con orgullo, llamada Konohagakure no sato. Hoy no era más que escombros y cenizas.

Incluso el monte de los rostros de los Hokages que antes se mostraba imponente, hoy no era nada más que el campo de batalla de la última pelea de la era de los shinobi.

—¿A esto llegaste, Kawaki? —El tono de voz, en el fondo, destiló de tristeza.

Era un rubio de ojos más azules que el cielo mismo. Su ropa estaba sucia y hecha jirones. Una capa negra muy familiar, pero a la vez diferente, se balanceaba detrás de él, oleándose con el viento al igual que su cabello rubio. El sudor caía por su mejilla, su aliento se entrecortaba en un dos por tres. De vez en cuanto tomando bocanadas hondas.

Se encontraba arrodillado, mientras mantenía su guardia en alto. Recargado sus dos manos en la empuñadura de su chokutō, una espada similar a la que solía portar su maestro en el pasado, mientras está se clavaba en el suelo rocoso.

La pregunta hizo obvio su cuestionamiento, en dirección a la persona que tenía en frente.

Ese hombre de ahí, que alguna vez había considerado su hermano, ahora no era más que un enemigo. Lo cual, lo entristeció demasiado.

Ese hombre se mantuvo impasible e imperturbable —El séptimo y tú acabaran en el mismo lugar, Boruto —Contestó indiferente al estado o la cuestión que le trataba de imponer su tonto e ingenuo hermano.

—¿No queda otra opción? — La serenidad que portaba, no era nada más que el resultado de su frustración acumulada. Estaba agotado, agotado de todo esto.

Solo quería que esto terminara, y si está batalla terminara con una doble muerte, no se molestaría para nada.

Los ojos grises de Kawaki no mostraron vacilación alguna —No. La era de los Shinobi acabó —No fue una pregunta, tampoco una amenaza, fue un hecho. Y de ahí, procedió a activar el Karma. La luz roja del tatuaje se extendió por todo su brazo, hasta llegar a su hombro. Sintió como el poder resurgía de su cuerpo.

Boruto suspiraba profundamente —Aun así... —Uzuamki Boruto movio su brazo hacia su bolsa de herramientas, de la cual, saco una bandana vieja y rayada. Símbolo de un renegado. Usualmente hablando. Sin embargo, esto ahora no era más que el pasado. Porqué actualmente, no simboliza más que la esencia de su determinación.

Ato la bandana a su frente, portándola con orgullo. Y de ahí procedió a activar su Karma. La luz azul se extendió por su cuerpo, hasta llegar a su ojo derecho, donde su dōjutsu Jōgan emergió —¡Yo aún soy un ninja! —Tomando su chokutō, se colocó listo para el combate. Abalanzándose contra aquella cáscara vacía, que alguna vez, fue su hermano.

Dos armas chocaron haciendo nuevamente el sonido del metal se escuchara por todo el horizonte, en forma de eco, acompañado por unas pequeñas chispas. En lo que seguían luchando, sobre lo que alguna vez fue, la parte del monumento de los Hokages perteneciente a su padre, el rostro del Séptimo Hokage, Uzumaki Naruto.

[...]

Lluvia, suena irónico, pero pareciera que el mundo llora por la muerte de Uzumaki Kawaki, uno de los principales destructores de la era de los Shinobi.

Uzumaki Boruto se encontraba en el suelo recostado mayormente por el cansancio por las heridas, las gotas de lluvia caían sobre su cuerpo, este solo veía con una mirada vacía al cielo.

𝕭𝖔𝖗𝖚𝖙𝖔: 𝕰𝖑 𝖉𝖊𝖘𝖙𝖎𝖓𝖔 𝖉𝖊 𝖑𝖔𝖘 𝖔𝖏𝖔𝖘 𝖆𝖟𝖚𝖑𝖊𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora