Capitulo 11

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—Boruto-nichan, ¿Ya casi es hora? —Naruto pregunta dudoso

—Sí —Boruto responde —, tendrás que irte solo a casa esta vez

—No hay problema, ya he ido solo a casa antes

—Bien, si todo sale bien, pues bien —Naruto responde —, y si sale mal, pues, hasta pronto niño

—Boruto-nichan, no digas eso, sé que jiji te dejara quedarte

—Si es que el otro se comporta claro está... —Boruto murmura

—Bueno, supongo que me voy, te estaré esperando en casa, Boruto-nichan

—Hmp —Boruto sonríe un poco —, ten cuidado, mira por donde caminas

—¡Sí! —Naruto se iba del lugar para dirigirse a su casa

—Definitivamente el viejo a esta edad era muy ingenuo...—Boruto negaba, ¿Por qué diría que el Hokage le daría el visto bueno a alguien a quien revisarían la mente?

—Con que aquí estabas —El tercero junto a Inoichi llegan a lugar de reunión —¿Y Naruto? —Pregunta el tercero

—Se fue a su casa

—Ya veo... —dijo el tercero —¿Sabe?

—Sabe que revisaras la mente, nada más

—Esto, hola de nuevo —Inoichi saluda

—Hola —dijo Boruto —¿Qué tanto hicieron desde que me fui?

—Nada —Inoichi responde —, después de que te fuiste llevamos a Hana a la enfermería

—¿Se conocen? —Pregunta el tercero

—Jugamos a un juego de las preguntas mientras los niños se divertían, ¿Verdad? —Pregunta Inoichi

—Sí —Boruto asiente —, un juego muy divertido —Boruto admite, el juego fue muy divertido, pero muy divertido fue como le metieron tremendas preguntas que lo jodieron

—Ya veo... —Hiruzen le resta importancia —¿Listo?

—Yo creo que debería preguntarle eso a él —Boruto señala a Inoichi

—Primero que nada vayamos al cuartel —Inoichi recomendaba —, en ese lugar tengo lo necesario para ver tu mente sin problemas

—El problemas es que yo no soy el del problema —Boruto admite —, el problema es algo que está en mi mente

—¿Qué cosa?

—Hmmm —Boruto no sabe cómo explicarlo —, digamos que hay algo en mi mente que si nota tu presencia probablemente te quiera asustar por molestarlo

—¿Qué es ese algo?

—Depende mucho de la fuerza de voluntad de la persona —Boruto se encoge de hombros, para él, Momoshiki solo era un alienígena de piel blanca, cuernitos en la cabeza con un complejo de superioridad muy grande, pero para otra persona capaz que sea el mismísimo demonio encarnado o algo así

—Supongo que por eso dijiste lo de las pastillas...

—¿Las trajiste?

—Sí, y mi esposa se encargara de realizar un jutsu que me tranquilizara parcialmente si pierdo la cabeza

—¿Entonces no tengo que preocuparme de ser la razón del trauma de un pobre hombre? —Pregunta Boruto

—¡Yo no soy un pobre hombre! —Inoichi se indigna

—Bueno, creo que ya llegamos —Hiruzen decía al ver el cuartel de interrogatorios

—¿Y qué vas a buscar en mi mente? —Pregunta Boruto —¿Mi origen? ¿Mi historia? ¿O algo más? —Boruto se sienta en la silla

𝕭𝖔𝖗𝖚𝖙𝖔: 𝕰𝖑 𝖉𝖊𝖘𝖙𝖎𝖓𝖔 𝖉𝖊 𝖑𝖔𝖘 𝖔𝖏𝖔𝖘 𝖆𝖟𝖚𝖑𝖊𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora