Bubble Gum Balloon (ChanBaek)

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Baekhyun no podía con la curiosidad, había llegado a la conclusión más obvia para algunos y la más importante ahora para él.

Ató cabos, estaba claro, después de una linda tarde donde comió deliciosa fruta con sus padres procesó todo lo que le había ocurrido en el día y en lo decepcionado que se sentía al no haber recibido noticias de su lindo admirador.

¿Quién había faltado a clases justo ese día? Exacto, no podía fallar y era por esa misma razón que a paso decidido caminaba a su casillero, se levantó más temprano para asegurarse de llegar antes que el de prominentes orejas, lo observaría todo el día y se aseguraría de que Park Chanyeol es el culpable de todas sus fantasías románticas en los últimos días ya que no había dejado margen a que un nuevo regalo apareciese sin que él mismo lo notara primero.

Con lo que el menudo Baekkie no contaba era que el ingenio de su admirador solía ser versátil y pensar en muchas de las cosas que a simple vista no parecen obvias.

Él y su dúo dinámico, porque Kim se rehusó a meterse se forma ilegal a la escuela, se habían colado en las instalaciones durante la mitad de la noche, el joven Do vigilando en la entrada mientras que el más alto se encargaba de abrir cerraduras y toda la demás logística en su plan; ¿Qué hizo Sehun? Sostener el paquete y verse bonito.

Por esto era que cuando el chico rubio colocó su contraseña y la puerta se desbloqueó una caja envuelta en papel regalo estampado de dulces lo esperaba. Todo hubiera sido maravilloso para ambos, de no ser porque un globo salió elevándose llamando la atención de todos los que entraban al lugar.

Todos empezaron a murmurar entre el pasillo y Baekhyun solo quería enterrar su cabeza en la tierra, había sido color de rosas al mantenerse en secreto, nadie ocupaba saber sobre su vida personal y mucho menos cuando se trataba del chico a quién todos creían hielo añejo... si eso se consideraba correcto.

Cerró el casillero de un portazo, bufó viendo el cordón doblarse por la puertilla y con molestia sacó las llaves de su bolsillo mientras que con una de ellas cortó el hilo y dejó que el globo volara a través del patio.

Al mismo tiempo se encontraba un Chanyeol entrando a la escuela acompañado de uno de sus amigos, mientras el menor corría hacia ellos con afán y cara de preocupación.

—Está rojo como tomate, ya ni siquiera es rosadito chicle ¡Está rojo pasión!—agarró por los hombros al de cabello morado y lo sacudió.

—¿De qué hablas Hun? Contrólate.—respondió colocando su palma contra su frente.

—El que se debe controlar es tu prometido, te debe estar odiando.-

Ni bien el castaño terminó su frase el alto se dirigió a donde estaba el casillero de Byun, dando el primer paso en aquel nuevo pasillo, que era colmado por murmuros y la furia del bajo fue codeado por este mismo, se apartó anonadado del camino para que pasase y comprendió todo al ver el globo rosa ser detenido por uno de los árboles, haciéndolo suspirar y dirigirse a su aula.

Mientras tanto, el rubio que salió disparado por los pasillos de la escuela abandonó este mismo edificio, caminando y llegando después de un rato a su hogar, se miró en el reflejo de la ventana, notando de inmediato sus mejillas ardiendo en calor y su frente cubierta por una ligera capa de sudor, que bien se podía deber a la prisa con que caminó o la frustración que sentía.

Nunca fue fan de la atención, mucho menos cuando la que obtenía era para juzgarlo, en la etapa más temprana de su adolescencia buscó cubrir sus complejos corporales con buenas notas, creía que eso callaría a los que querían hacerle la vida imposible, pero sucedió todo lo contrario, fue esta misma razón la que hizo que ellos tuvieran un motivo más para burlarse. Desde allí quiso guardar un bajo perfil, llamó la atención en su nueva escuela por ser callado, pero nada más, no le molestaba mientras no diera otro objetivo para los rumores y burlas.

Y eso lo disgustaba, de seguro ahora estaba en boca de al menos el cien por ciento de sus compañeros, aquel chico con un admirador secreto que quedó expuesto en la mitad del pasillo y quien sabe qué cosas estarían hablando al respecto, eso hacía que sus cabellos y su ansiedad se colocaran de punta.

No iba a perder más tiempo, buscó el número entre sus contactos y llamó, le dijo en que lugar debía estar y la hora en que se encontrarían allí, después de colgar subió a su cuarto empezando a cambiarse.