5: Observar

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Han pasado días, he memorizado cada parte de este lugar. Por un lado hay una ventanita, es el espacio que más aprecio, por ahí siempre veo a la luna. En frente está la puerta hermética, debajo tiene una compuerta pequeña por donde pasan la comida, normalmente carne. La otra vez descubrí que la puerta tiene una ventana más, pero nunca la han abierto para asegurarme. Por último, el lugar más humillante de este cuadrado, la rejilla, ahí es donde hago mis necesidades. Lo detesto, pero al menos no tengo que vivir entre la mierda.

Ojalá podría cambiarme la poca ropa que tengo o bañarme, me siento muy sucia. Si tuviera un poco de agua, vería mi reflejo. Solo sé que tengo cabello corto y castaño, algo ondulado, pero no puedo asegurarlo con certeza. La poca agua que me han dado no he dudado en beberla, siempre tengo la garganta tan seca.

Lo que me gusta de mí son mis uñas. Son algo largas, pero se ven bien. Parecen fuera de este mundo, perfectas.

Aunque nada de esto importa. Quisiera recordar, ¿cómo llegué aquí? ¿Quién soy? ¿Por qué estoy encerrada? Nada interesa más que eso, la incertidumbre me mata.

—¡Me duele la cabeza! —Me la agarro de manera fuerte.

—¡Eh, perrita! —Oigo y me paralizo, así que alzo la cabeza despacio a mirar—. ¡Cállate!

Un hombre abrió la ventana de la puerta. No parece muy amigable.

Conexión con la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora