3. Como un cuento de hadas

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Lo primero que Light mira al despertar es la muralla de almohadas que dividen el colchón. Luego de su aparatosa reacción alérgica volvieron a casa entrada la madrugada, su amorcito falso lo llevó a la habitación —que prácticamente es el sótano— y lo invitó a acomodarse para dormir. Jamás dormiría con el hombre que le vio la cara de idiota, no obstante resulta que el tipo tiene problemas de espaldas y el colchón es ortopédico, puede estar molesto pero se iba a sentir demasiado mal si lo mandaba al suelo, así que su solución fue poner una fila de almohadas entre ellos para que sus cuerpos no se rozaran ni por error durante la noche.

—Buenos días.

La repentina voz hace que Light de un respingo, es entonces que se da cuenta que por un agujero de la muralla un enorme ojo lo observa.

—¿¡Hace cuánto estás mirándome!? —Vocifera, jalando las cobijas para cubrirse hasta el cuello.

—Desde hace unos minutos, te veías pensativo y no quería interrumpir, pero me estoy haciendo pis.

El castaño pone los ojos en blanco antes de salir de la cama, Elle lo sigue. Estiran un poco y están a punto de salir de la habitación para dar inicio a su plan cuando escuchan varias voces que vienen de la planta superior.

—¡Mis padres deben haber llegado! —Advierte Elle abriendo los ojos demasiado, como si fuera algo grave.

Light se pone nervioso al instante debido a esa reacción, ¿acaso los señores Lawliet comen gente? ¿O por qué el repentino cambio? No tiene tiempo de hallar una explicación, un trapo blanco de pronto le cae en la cabeza cubriéndole la cara.

—Rápido, quítate todo y ponte eso. —Explica Elle apresurado. Light toma la prenda, es una camisa blanca bastante holgada, como la que el pelinegro está usando—. Está limpia, lo prometo. —Añade al ver que la mira con desconfianza.

—No me desnudaré contigo viendo. Date vuelta.

Elle acata y Light comienza a desvestirse sin saber exactamente por qué debe hacerlo. A pesar que la camisa es un par de tallas más grande, a duras penas le cubre hasta la mitad de las piernas.

—Bien. —Elle sonríe de lado al voltear y verlo, acto seguido se acerca a él y hunde los dedos en esos cabellos castaños—. Ahora solo falta despeinarte un poco para que piensen que pasamos una noche apasionada.

De inmediato Light lo sujeta de las muñecas para detenerlo.

—¿¡Quieres que tus papás crean que tuvimos sexo!? ¡Estás loco si piensas que saldré así!

Elle pone los ojos en blanco, luego camina hasta el closet y saca unos pantalones de dormir, lanzándolos al otro.

—Tienes razón, solo con la camisa enseñas casi todo. No necesitas exhibir tanto, que salgas usando mi ropa tiene el mismo significado. —El castaño abre los labios dispuesto a protestar, no obstante Elle se le adelanta— ¿Quieres que te ayude con Teru o no?

Light frunce el ceño y se guarda cualquier otro comentario mientras se pone los dichosos pantalones para luego seguirlo rumbo a las escaleras que llevan a la planta superior. Salen del sótano-habitación y se toman unos segundos antes de dirigirse a la cocina, de donde se escucha que provienen las risas.

—Mamá, papá... —Elle se para debajo del umbral, provocando que todos en la mesa guarden silencio y dirijan sus miradas a él— Antes de saludarlos me gustaría presentarles a Light... ya saben, el chico del que les hablaba.

Dos de los presentes sueltan un jadeo mientras se llevan la mano a la boca.

—¿Entonces era en serio? —Pregunta la mujer apenas audible con sus ojos azules demasiado abiertos. Elle asiente y ella no duda en ponerse de pie para ir y darle un abrazo al invitado.

Un extraño en navidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora