Prólogo.

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—No vayas tan rápido —gritaba Ivanna, que estaba como a tres metros lejos de mi, en una bicicleta color celeste— ¡Valeria, espérame! —exclamó, haciendo que de un pequeño salto en el asiento de mi bicicleta amarilla.

—Alcánzame si puedes —di una sonora carcajada y volteé a verla, ya se estaba acercando a mí, entonces aceleré mi ritmo y pedalee más rápido, aún viéndola. Su cara era épica, se estaba mordiendo el labio inferior y arrugaba la nariz.

—¡Valeria! —volvió a exclamar, su expresión ya no era la de hace unos segundos, ahora estaba pálida y su boca formaba una "o", entrecerré los ojos, tratando de descifrar su rostro, pero lo único que conseguí fue cerrarlos completamente y no volver a verla.

Aprovecha la sonrisa de los demás, que en segundos pueden desaparecer.

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