2 días antes.

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Domingos aburridos, en realidad extrañaba un montón a Ivanna. Estaba en mi cuarto viendo al techo, sólo tenía puesta una polera de Bob esponja y un puti short jean, el que mi prima Paola había dejado en la madrugada cuando se metió a mi cuarto borracha a dormir, puti short porque se me notaba media nalga. Se lo cambié por un buzo para que pueda ir en la mañana a su casa más tranquila y que sus padres no la castigaran. Ella era tan sólo un año mayor que yo, sin embargo se iba de fiesta todos los fines de semana.
Si mi vida hubiera sido diferente, si hubiera preferido no darme un año de vacaciones e ir a la universidad al instante en el que salí del colegio, entonces ahora mismo seguro que tendría más amigos, más cosas que hacer y ni me hubiera afectado la pelea con Ivanna. Ag, Ivanna.

—Daniel —le dije a mi hermano cuando lo vi pasar por afuera de mi cuarto, se regresó a responderme.

—¿Si hermanita?

—¿Crees que soy buena persona? —pregunté, me vio con media sonrisa y se acercó a mi cama, se hecho a mi costado y se puso en la misma posición que yo, mirando hacia el techo.

—Por supuesto, nada de lo sucedido fue tu culpa, ya tuvimos esta discusión.

—Es que no sé, a veces... —me senté y pase mis manos por el pelo, exhausta de todo— yo tengo la culpa de todo.

—Ya, basta.

—Una parte de mi dice que lo deje así, que ella vendrá sola y seremos amigas de nuevo, pero otra parte de mi cree que no nos volveremos a hablar jamás y eso me da miedo.

—Solo queda esperar, el tiempo cura las heridas, ella vendrá —Daniel apoyó su mano encima de la mía, dándome ánimos.

—Ojalá sea cierto.

—Es verdad, ustedes no pueden estar peleadas por más de una semana, ¿te acuerdas de todas las veces anteriores? Siempre una vota su orgullo y vuelve todo a la normalidad.

—Esta vez fue diferente, ella no estaba molesta, ella estaba... dolida, tenía esa cara que puso cuando su padre la negó en frente de su madrastra, la misma cara de miedo, de nostalgia —volví a recostarme— ya no sé que hacer.

—Esperar —inconscientemente me reí— ¿qué?

—No todo es tan fácil como lo dices, tonto —le di un codazo a Daniel, y él se unió a mi risa.

El timbre sonó.

—Ve tu, yo estoy mal.

Daniel se paró de la cama y abrió la puerta.

—Tocayo, ¿viniste a verme? —escuché decir a mi hermano a lo lejos.

—En realidad vine a ver a tu doble en mujer.

Que directo, demasiado diría yo, acaban de lastimar el corazón de mi hermanito, ¿y quién? El chico que se llama tal como él. La voz de Daniel, el que no es mi hermano, sonaba a través de las paredes.

—¿Cómo es eso posible? ¿Me estás engañando con mi doble? Eso es demasiado cruel Daniel, Satanás vendrá a llevarte —por la forma en la que lo dijo, juraba un millón de dólares que se había tocado el corazón con la mano derecha, lo conocía como a mis dientes— pero ya, bueno, está en su cuarto, puedes pasar... pero como te acerques más de lo permitido a mi hermanita te reviento la mandíbula.

—Esta bien —respondió el chico, riendo.

—Lo digo de verdad, herma...

—¡No! —me apresuré a gritar, no podía verme con la ropa que tenía puesta— espérame un tantito.

—Voy a entrar —gritó Daniel, el que no es mi hermano.

—Que no te dije —me paré de la cama y me cubrí mi parte baja con una manta de los ositos cariñositos, Daniel entró, se fijó en mi manta y dio una carcajada— ¿qué? —pregunté a la defensiva.

—Nada, es sólo que... te vez tan adorable —dejó de reír para rascarse la nuca con nerviosismo.

—Ya —dije y volví a mi asiento en la cama, enrollando la manta a mis piernas—. ¿A qué has venido?

—A verte.

—Pues ya me viste, adiós.

—No seas tan dura conmigo.

—¿Por qué? Si así e incluso peor me trataste en la secundaria.

—No sabía lo que hacia, yo era un completo idiota, perdóname, dame otra oportunidad, prometo que esta vez no lo echare todo a perder.

—Me hiciste mucho daño...

—Por favor, te lo pido, si quieres me arrodillo —habló el chico, se arrodilló y juntó las manos en forma de súplica.

—Párate, no seas ridículo —dije, él hizo puchero— esta bien, estas perdonado.

—¿Enserio?

—Sí, bobo —en realidad ya no estaba enojada, un poco decepcionada sí, pero había pasado tiempo y el tiempo lo cura todo.

Se paró torpemente, tambaleándose y se acercó a mi con euforia, haciendo pico.

—Eh, párale, yo te perdone, no te di otra oportunidad —puse mi maní encima de su cara, deteniendo lo que pensaba hacer.

—No es justo, ¿un abrazo?

—Pues...

Tomó mi mano, haciendo que me parara de la cama y me abrazo. Me sentía tan cómoda entre sus brazos calientitos. Respiré profundamente, con la intención de que su olor se quedara impregnado en mis fosas nasales por mucho tiempo. Jabón y chocolate, ese era su olor embriagador. Me hubiera gustado volver a probar sus labios, pero él tenía que ganárselo con el tiempo, no le iba a dar ese privilegio así por así.

—Mañana tendremos nuestra primera cita —dijo sin separarme de él—, te llevaré a cenar y luego a ver las estrellas en la playa —sonreí y cerré los ojos, lo había extrañado tanto—. ¿Sabes? nunca te dije esto, pero eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Val. Yo, yo te quiero mucho.

Me había dicho un millón y una vez que me quería en los años pasados, pero aún yo no me atrevía a responderle los te quiero. Si lo decía, cuando me hiciera pedazos de nuevo sería peor. Me limité a sonreír y a besar su mejilla.

Best friend forever? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora