La Basil de la Venganza [En Proceso]

CAPÍTULO 27

"Στέφανο της φωτιάς" (Corona de Fuego)...

BASIL

Si la vida fuese como nosotros pensamos sería mucho más sencilla, el estúpido mensaje que ha mando el comandante de la central estadounidense a la Basil, en donde me dice que "Necesita urgentemente unos cuantos favores" que fastidio son estas personas, por lo menos el Monarca Supremo, hace las cosas por si solo, y con sus manos, no como otros imbeciles que consiguen todo por prestamos o favores a personas más poderosas que ellos.

Tan fácil, sería largarme de aquí, diciendo que todo terminó, para dejar de hacerle favores a cabrones que no saben ni donde están parados; pero el deseo de mi venganza es mucho más grande que el desagrado que siente en estos momentos. En fin, después del juicio, iré al continente Americano, con fines de trabajo, pero también aprovecharé para ir a un lugar de mi interés.

Recojo mi cabello en una coleta alta, termino de ponerme mi ropa, me observo el conjunto negro, pantalón negro, top negro y saco negro, del cual solo abrocho el botón de enmedio. Tomo mi arma, para guardarla en la funda, antes de salir de la recamara. Me encuentro con la señora de la limpieza, ¿Sofia? creo, pidiéndole el favor de arreglarme una maleta.

Subo al elevador, que me lleva al estacionamiento, en donde una camioneta negra manejada por un agente, me lleva a la llamada Corona de Fuego, en donde se han presenciado los juicios de los criminales más peligrosos del mundo...o eso es lo que me comentó Campbell, a quien pasamos a recoger. Viene con un enterizo blanco.

Ambas estamos calladas en todo el camino, hasta llegar al juicio.

Las grandes puertas, en donde se aprecian las siglas «Στέφανο της φωτιάςse» se abren dándonos paso a la monstruosidad de edificio. Bajamos de la camioneta, encontrándonos, con nuestros compañeros, le brindó un corta sonrisa a Stavros, el cual últimamente se ha comportado raro conmigo. Todos los presentes apreciamos la llegada de las cinco camionetas negras, de donde primero se bajan la seguridad del Supremos y su familia. El hombre al cual más asco le tengo en el mundo se baja de este seguido de su mujer, la cual luce una vestimenta azul marino, es castaña, y con un cuerpo muy esbelto.

Mientras que de otra camioneta se baja el general, del cual apartó la mirada en el momento en que levanta su rostro, regresando a donde se encuentra Campbell.

—¿Entramos?

—Claro, vamos —responde ella.

Comenzamos a caminar, Smith, Meyer, Areleous y los demás nos sobrepasan entrando al lugar antes que nosotros, cuando estamos apunto de entrar al lugar la voz del malnacido, hace que nos detengamos.

—Capitana —me llama este, haciendo que lo voltee a ver, observando la sonrisa que carga en el rostro.

—Buenos días Monarca —hablamos Campbell y yo, antes de brindarle un saludo y que ella se vaya dejándome sola.

—Señora, General —digo haciendo un leve asentimiento con el rostro.

—¿Nos honraría con su compañía al momento de entrar al gran salón y sentarse con nosotros en primera fila, para observar lo que usted y el general consiguieron? —pregunta, y de reojo observo la cara de Amadeus.

—No puede negarse a esta invitación, capitana —habla Amadeus.

—Concuerdo con ellos, y se lo pido como un favor, no me deje sola con estos hombres aburridos, se lo suplico. —dice poniéndome entre la espada y la pared.

¿Desde cuándo tienes sentimientos?

Nunca dije que sintiera compasión.

—Bueno si no es un problema, sería un honor —digo con la sonrisa más falsa antes vista en la historia.