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Jamás creyó en el destino, mucho menos en el karma, eran un montón de mentiras creadas por personas para sentirse bien consigo mismo, ese era su pensamiento hace solo un par de segundos atrás, pero ahora estaba completamente seguro de que en su anterior vida tuvo que haber sido algún tipo de dictador o un asesino serial que ahora estaba pagando en el presente.

El aire cálido que lo rodeaba fue el único momento del día que lo hizo sentir placentero, no le costo recordar la última ocasión relajante que vivió, todos los malos pensamientos encerrados en una caja con sello de plata en el interior de su cuerpo seguían apartados sin la intención de volver a ser abierta. El pasado solo estaba para ser olvidado o superado, tampoco se dio por vencido con la responsabilidad que ahora cargaba, era demasiado pesada para regocijarse con un trabajo ideal.

Espero de pie durante unos minutos a su nuevo empleador, un hombre despiadado sin remordimientos por sus actos de crueldad con aquellos bajo su mando era exactamente el tipo de persona que necesitaba evitar, no precisaba de un antisocial a su alrededor para que le complicara aún más la nueva vida que llevaba, sin embargo, ser el cuidador del actual líder del clan Uchiha lograba traer muy buen dinero que era lo más escaso en su vida. También traerían reputación a la empresa que lo contrato y eso haría crear más trabajo, por lo tanto, más dinero.

Y fue cuando llegó, la puerta corrediza se deslizo de manera natural mostrando a un hombre de avanzada de edad dándole el paso al hombre detrás que creyó era Sasuke Uchiha. Fue como si la noche se presentara en esa única habitación a mediodía. Su sola presencia provoco que todos los presentes se mantuvieran en silencio, el cambio de ambiente aumento en cuanto tomo asiento frente a su nueva escolta.

Bajó la mirada mientras trataba de concentrarse y se inclino para mostrarle el respeto que correspondía, pero la sensación de ser observado pudo contra la curiosidad que sintió al verlo. Los empleadores comunes que frecuentaba la empresa a la que trabajaba eran hombres adinerados en peligros de ser raptados y pedir recompensas desbordantes por su vida, sin embargo, al levantar la mirada y ver en primera persona aquellos ojos oscuros como la noche, lo hizo temblar.

Ese tipo de mirada demostraba de todo menos temor.

Fue solo unos segundos que mantuvo la mirada fija en su rostro, pero solo eso basto para que él lo observara de manera fija al momento que formaba una ligera sonrisa en sus finos labios. Naruto volvió la cabeza, tan avergonzado como asustado.

Un alfa dominante.

Lo había sospechado desde que el mayordomo del lugar abrió la puerta, el olor a menta mezclado con la esencia de leña recién cortada había inundado su cerebro por completo. Era sensible a los olores alfas, pero era peor cuando se trataba de un alfa dominante, sus sentidos se agudizaban mientras que otros se debilitaban dejándolo por completo indefenso y era lo que más odiaba en el mundo.

Por naturaleza sentía rechazo hacia los alfas, el control que generaban cuando liberaban sus feromonas con la mas pura intensión de provocar el celo, era simplemente repugnante. En el tiempo pasado se defendió, golpeo a todos aquellos que se autoproclamaban supremos ante una sociedad con categorías fijas. Un omega les había partido el trasero a cintos de alfas, su nombre era reconocido por el pueblo donde nació, todos los de su misma clase lo proclamaban el rey omega, pero todo debía acabar. Un día se cruzo con un alfa dominante que lo hizo caer de rodillas rogando para que lo tomara con fuerza y el menor cuidado posible.

Negó con la cabeza tratando de despejar su mente.

Noto como todos volvían a su posición para ver a Sasuke Uchiha sentado en el trono de aquella enorme casa. Naruto mantuvo la mirada fija en un punto especifico evitando sutilmente el contacto visual con aquel hombre.

CONEJO DORADO - NARUTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora