VII

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Debía estar demente con su propuesta, no importaba como lo viera, era una pésima idea. Y sus amigos lo dejaron claro, no deseaban ni siquiera participar en aquel arriesgado plan para atrapar a Nakamura.

Le tomo exactamente unas dos horas poder convencerlos para que le prestaran ayuda llevando a cabo su estúpido plan, era eficiente y no contaba con mucho revuelo como normalmente lo haría el clan Uchiha. Además, ahora contaría con la ayuda de la policía.

Era de noche, cerca de las dos de la mañana, el aire que los rodeaban era frio y húmedo. La llovizna de aquel día empapo a los cinco hombres que lo acompañaban, dejando sus cabellos con una sensación húmeda. Se trataban de los mejores activos del clan Hatake, los cinco asesinos elite que siempre llevaban a cabo sus misiones sin importar el obstáculo sumando la ayuda de los espías del clan Sabaku sabia la cantidad exacta de hombres que rodeaban la residencia Nakamura, una cantidad nada importante protegiendo las tres entradas, los importante era la información entregada sobre dos alfas guardaespaldas de Nine, más otros dos para Kabuto. Uno de ellos era un desertor de Kakashi, alguien que sabia como lastimar a su oponente, los otros eran entrenados por Nine en persona. Ser entrenado por un alfa dominante era algo por lo que tomar en cuenta.

Dejo que los cinco hombres se hicieran cargo de los guardias colocándose en lugares estratégicos, mientras esperaban la señal de Setagawa quien trataba de trabajar el servidor de Nine. Había pasado toda la tarde tratando de hackear el sistema y al lograrlo no contuvo su felicidad saltando con los brazos al aire. Las miradas de Kakashi, Gaara y la suya hicieron que las mejillas del joven informático se tornaran rojizas.

Le tomo exactamente diez minutos poder meterse a la residencia Nakamura luego de que Setagawa desactivara las alarmas de ruido más las silenciosas que estaban escondidas en algún lugar. Vago por los pasillos topándose con una cierta cantidad de guardias, nada comparado con su fuerza, por lo que deshacerse de ellos no fue problema. Sin embargo, le llevo tiempo y uno que otro rasguño y golpe, mayormente en sus brazos.

Su misión principal fue desvía por unos segundos al llegar a una habitación en donde mostraba todo tipo de reliquias como trofeos, y en uno de los estantes estaba un hermoso colgante con una gema clara como el cielo, un celeste que le recordaba los ojos de Naruto. A pesar de los años, sabia exactamente que ese era el collar de su madre que su padre aposto sin escrúpulos alguno. Aquel hecho había provocado el odio principal en lo poco que abarcaba el amor por su progenitor.

Lo tomo observando cada detalle, la fina cadena como la gema y sus detalles estaban pulcras sin daño alguno, lo guardo en uno de sus bolsillos y continuo con su trabajo.

Sabia perfectamente que ya todos estaban al tanto de su intromisión, Nakamura y Yakushi debían estar escondidos en algún lugar -lo más seguro en el sótano- esperando que sus cuatro alfas entrenados fueran los encargados de poder acabar con los intrusos. Y como si todo estuviera planeado, por un de los pasillos iluminados aparecen cuatro hombres con similitud de estatura, con diferencia en su complexión física noto de inmediato que se trataban de los alfas, cuyos perfiles sabia con cada detalle, sabia que le traerían problemas si los enfrentaba él solo.

-El desertor es mío-la voz detrás suyo lo hizo sonreír.

-Creí que no vendrían-comento con una sonrisa en sus labios. Sasuke vio de reojo a Kakashi quien no quitaba la vista de su ex pupilo.

-Es mejor que los separemos. Nos encargaremos nosotros, tú ve con ellos-agrego Gaara saliendo del escondite.

Los alfas se pusieron en alerta y de inmediato dejaron salir sus pestes de feromonas y no dudaron en atacar, sabia que aquella batalla seria épica, pero por mucho que deseaba presenciarla debía continuar en dirección hacia Nine y Kabuto.

CONEJO DORADO - NARUTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora