Elena entró rápidamente a la oficina de Becas de la Universidad, hace 3 años que estaba postulando para ir al extranjero, está de más mencionar que Corea era su primera y única opción. A pesar de pasar las pruebas de inglés, su coreano no había mejorado, por lo que siempre fallaba. Esta vez, era la última oportunidad que tenía, por lo que los resultados eran muy importantes. Acariciaba su collar en la sala de espera, mientras movía muy rápido sus pies.
- Elena este es tu cuarto año ¿no? - la secretaria, ya la miraba con cariño - aún crees que él te está esperando.
- Sí - Elena se acercaba tiernamente a ella- deberías ser más cuidadosa con esa información, sólo tú la sabes.
- Sólo por eso te estoy ayudando nuevamente - le pasa los resultados en un sobre sellado - esto llego hoy.
- Gracias - Elena salió corriendo de la salita y se dirigió a su casa.
Mientras miraba el sobre sobre su cama, ella recordaba que era la última vez que podría postular. Bajó a la entrada de su casa y fue a tomar un café a su lugar favorito. Saludó a todos los del local, ya eran muy amigos, e incluso le preguntaron por la respuesta del intercambio, pero ella sólo decía que no había llegado.
Con las manos en los bolsillos llegó a su casa, abrió el sobre, sacó la carta y volvió a ponerla dentro, no tenía el valor para leer otra vez que no. Dejó todo en la cama y fue a tomarse una ducha.
Volvió, se sentó con el cabello húmedo mirando la carta. Tomó aire, llenó sus pulmones de fuerza y abrió la carta.
Las lágrimas comenzaron a caer sobre la carta, se confundían con el agua que estaba en su cabello, pensó en Daniel y se quedó en silencio por unos minutos. Sintió un frío en la espalda y fue a secarse el cabello. Volvió a su cama y lloró otra vez, pensaba que ya se había acostumbrado al rechazo, pero no. Sentía lo mismo que la primera vez, pero ahora era aún más fuerte, creía que al pasar el tiempo él ya se había olvidado. Recordó que las cartas ya no venían con la misma frecuencia y que incluso había olvidado su cumpleaños. Las lágrimas volvieron a caer y se sintió sola mientras tocaba su collar.
Su hermana golpeo la puerta, pero no insistió al recordar que la carta había llegado, ni siquiera su madre había sido capaz de abrir la puerta, todos sabían lo que había pasado.
A la mañana siguiente se levantó y vio sus ojos hinchados, recordó cuando Daniel la retaba por tanto llorar, y le decía que así no eran lindas las niñas. Sonrió levemente para mejorar su aspecto. Aplicó un poco de maquillaje en su rostro y fue a la Universidad. Se sentó debajo de un árbol y pensó en ella, se sintió patética, se vio sentada bajo el árbol y se puso de pie rápido, fue a la biblioteca y sacó todos los libros que no había leído por estar estudiando coreano y comenzó a leerlos. No asistió a ninguna clase, pero su corazón estaba mucho más tranquilo.
En Corea Daniel era muy popular, su extraño acento, inteligencia y belleza lo hacían un hombre muy codiciado, incluso los amigos de su padre le decían que le presentarían a sus hijas, sin duda era el mejor partido para muchos.
Daniel entró a su clase en la Universidad y se sentó al lado de su mejor amigo, parecía mentira que los niños que jugaban en el kínder se hubiesen encontrado en la misma Universidad. Hwa Seung era muy bien parecido, hijo de diplomáticos, que aburrido de tanto viajar tomó su maleta y se marchó solo a Corea, o de esa manera justificaba él el vivir solo en un departamento de lujo. Ellos daban clases gratis de idiomas en la Universidad ambos tenían un chino regular, un excelente español, japonés e Inglés, pero Hwa Seung impresionaba con su francés.
- Vienes tarde - Hwa Seung reprendía con una sonrisa a su amigo.
- Estaba en clases - Daniel sacó su celular y llamó a alguien.
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Amor en Corea
Novela JuvenilA la edad de seis años el padre de Lee Jung Seok recibió una noticia inesperada para la familia: estaba siendo considerado para un traslado a América. Así comienza esta dulce historia de amor que te sacará más de una sonrisa.