Daniel estuvo sentado mucho tiempo en el patio, esperando que su amiga entrara por esa puerta, pero ese día no llegó. De camino a casa preguntó a su madre si podía llamar a la casa de ella para saber que pasaba.
La madre de Elena le contó a Daniel que ella se sentía un poco mal del estómago, por eso no pudo asistir a clases. Él se sintió mucho mejor al saber que su amiga no se había marchado, pero pensó que quizás la comida que le habían servido en su casa le había hecho mal, por lo tanto fue donde su madre y le explicó su teoría. Ella lo miraba tiernamente, lo que le pareció extraño a Jung Seok.
- ¿Por qué me miras así?
- Porque estás todo un hombrecito.
- Sí sé, mi padre lo dice también - Daniel hablaba con una seguridad impresionante.
- ¿También sabe que estás enamorado?
- ¿Enamorado?
La madre de Daniel fue a su habitación mientras el pequeño pensaba en las palabras de su madre. ¿Por qué ella definía a un hombre de manera diferente a la de su padre? No le dio importancia y fue a dormir.
Todas las mañanas despertaba pensando en Elena, no podía imaginarse un día sin sus locuras, quería verla, sonreírle y respirar el mismo aire. Con ella se sentía mejor que con cualquier otra persona.
Elena estuvo cerca de Daniel hasta que ambos cumplieron 16 años. Decir que eran los mejores amigos era una tontera, ellos no eran mejores amigos, eran algo más, compartían una mirada de complicidad que hacía pensar a todos en un futuro amoroso, pero nadie era capaz de decirlo, ni siquiera ellos ¿estaban enamorados? Claro que sí, él tenía ojos sólo para ella y ella tenía ojos sólo para él, no existían dudas, pero ¿por qué no daban el siguiente paso? Elena reservaba sus sentimientos en un diario y Daniel los guardaba para él mismo. ¿Qué tenía esta chica occidental que lo hacía derretirse?
Daniel cumpliría 17 años ese día y Elena lo sabía ¿Qué podría regarle? Él tenía todo, nunca tuvo problemas económicos, por eso era difícil que necesitara algo, generalmente lo invitaba a comer, pero esa ya no era una opción, porque él siempre pagaba. Daniel era muy caballero y Elena, aunque no quería, se aprovechaba de eso.
Caminó por todo el centro de la ciudad buscando algo para él, algo que sólo él pudiese tener, pero no lo encontró. Se sentó frente una heladería y vio a las parejas, se imaginó con Daniel y sonrió de vergüenza. Hasta que supo que regalar. Fue directamente a una tienda y buscó el collar más barato del lugar, pidió que lo envolvieran para regalo y lo guardó en su bolso. En ese momento recibió una llamada de su madre y decidió volver de inmediato a la casa.
- Mamá ya llegué - se sentó en el sofá y sacó su regalo, estaba muy orgullosa de lo que compró, sabía que él no tendría eso jamás, algo tan barato como eso nunca sería una opción para él, pero a pesar de todo era lindo.
- Lali, te llamaron de la casa de Daniel - la madre se acercaba seria a ella.
- Sí, es su cumpleaños, ahora voy - se puso de pie y caminó antes de que su madre pudiese decir algo.
Las casas de ambos quedaban muy cercanas, así que la madre sabía muy bien dónde iba a estar, y esa confianza no se había traicionado en todos estos años.
Elena entró a la casa y vio todo muy desordenado, pero no le dio importancia, caminó a la cocina y saludó a la madre de Daniel.
- Tía ¿Cómo está? - ella la miró con delicadeza y la abrazó.
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Amor en Corea
Fiksi RemajaA la edad de seis años el padre de Lee Jung Seok recibió una noticia inesperada para la familia: estaba siendo considerado para un traslado a América. Así comienza esta dulce historia de amor que te sacará más de una sonrisa.