PROLOGO

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COREA

A la edad de seis años el padre de Lee Jung Seok recibió una noticia inesperada para la familia: estaba siendo considerado para un traslado a América. 

Al oírla, la esposa no pudo evitar tocar su vientre y derramar algunas lágrimas. ¿América? pensó en su familia, en las costumbres de su país, en las personas que conocerían y como su hijo de seis años, y el pequeño bebé que estaba en su vientre crecerían. Exigió a su esposo hacer lo posible para no viajar, "me encuentro en esta condición" reclamaba cada vez que podía. El padre hacía lo mismo en su empresa, pero la decisión ya estaba tomada ¿cómo afrontaría la tristeza y decepción de su esposa?

Lee Jung Seok escuchaba cada noche las discusiones de sus padres "quieres esa empresa más de lo que quieres a tu hijo" "tú te quieres más a ti misma de lo que amas esta familia" "sólo lo haces por ti" Jung Seok no sabía a quién apoyar, no conocía América y al parecer sus padres tampoco ¿Por qué los adultos temerán a lo desconocido? Su madre no quería viajar y su padre tampoco quería ir a América, pero tampoco  quería buscar un nuevo trabajo.

Un domingo después del almuerzo, ella se levantó de la mesa y fue a su habitación. Jung Seok la siguió con la mirada. Su madre salió por la puerta y no volvió.

A la mañana siguiente, él se acercó al sillón en el que estaba su padre mirando el antiguo anillo de compromiso que ya parecía no brillar, lo miró a los ojos y le preguntó por su madre, esperando la peor respuesta que un niño de ocho años puede imaginar  "Ella se fue" Su padre lo tomó en brazos y lo acarició.

-          Ella ha ido a buscar sus cosas, nos vamos mañana – le entregó el anillo mientras los ojos de Jung Seok se llenaban de lágrimas – Ella aceptó porque recordó esto.

-          Padre – La tímida voz de Lee Jung apenas podía escucharse.

-          Cuando seas un hombre lo sabrás

Su padre se puso de pie mientras Jung Seok observaba el anillo con admiración ¿qué querrá decir ese anillo? ¿Qué recordó su madre?

Se quedó pensando algún tiempo sobre el poder de ese anillo, sin poder encontrar una respuesta, pero lo guardó en su bolsillo para seguir pensando en eso después, porque al ver el reloj se dio cuenta que estuvo mirándolo casi dos horas, en cualquier momento llegaría su madre, y así fue Park Min Eun entró siendo la misma de siempre, esa mujer feliz, que llenaba de mimos a su hijo. Un tímido esposo salió de la habitación a recibir a su esposa, la cual le tomó la mano y se acercó a él sintiendo un cálido beso en su frente. Lee Jung Seok se dio vuelta y evitó mirar la romántica escena.

Esa noche los tres fueron a comer al restaurante de la mejor amiga de la familia la señora Cho Bin Ah. Hablaron con ella hasta largas horas de la madrugada. Ellos le hablaban de lo mucho que extrañarían Corea y ella les contaba que su pequeña hija iba a casarse dentro de unos meses. Bin Ah acariciaba al pequeño Jung Seok pidiendo un nieto tan bueno e inteligente como él, sin mencionar lo guapo. En la madrugada la familia Lee tomó el avión que los enviaría a América.

 SANTIAGO DE CHILE

Jung Seok bajó del avión y notó de inmediato que estaba en América, y los habitantes de América también, nadie quedaba indiferente a los ojos rasgados de la familia Lee. Algunos miraban con ansias de preguntar otros tan sólo sorprendidos, pero eso no era problema para Jung Seok, él estaba concentrado en las personas que caminaban alrededor de él, no podía creer que la televisión no le mintiera, todo este tiempo fue verdad, el clima, el cambio de horario, la contextura física, hasta la manera en la que reían. Miraba por la ventana del taxi mientras tocaba el anillo en su bolsillo. ¿Parejas besándose debajo de un árbol? Eso no pasa ni siquiera en las noches de Seúl. Empezaba a sentir el miedo de lo desconocido ¿estaré convirtiéndome en adulto? Era lo primero que venía a su mente.

Las maletas llegaron a su nuevo "hogar" y la madre comenzó de inmediato a desempacar, tratando de no recordar las cosas que ama de Corea y las cosas que odio de los occidentales.

Aunque quiso quedarse callado para no preocupar más a su madre, Jung Seok no pudo e hizo la pregunta que le daba vueltas en la cabeza desde que llegaron.

-          Padre ¿por qué nos miraban tanto? Ellos son los diferentes.

-          Nosotros somos los extraños aquí – dijo el padre mientras acariciaba la cabeza de su hijo.

-          Tendrás que acostumbrarte, debes ir al colegio muy pronto – su madre interrumpía destacando que estas no eran vacaciones.

-          Madre, ni siquiera puedo hablar español

Claramente no existía otra manera de romperle el corazón a una madre, y Lee Jung Seok se dio cuenta, pero desgraciadamente ya lo había dicho. Se metió las manos en los bolsillos y sintió el anillo, jugó con él por un momento mientras buscaba algo con lo que alegrar a su madre.

-          Madre, sabes que soy un buen estudiante, te prometo que en un año hablaré mejor que un chileno.

-          De eso no me cabe duda Lee JungSeok.

Mientras los días pasaban, la familia de a poco iba acostumbrándose a Chile, en realidad el país no era malo, tenían cuidado con la delincuencia, pero las personas habían sido muy simpáticas y el lugar en donde vivían estaba cercano a todo. Era un muy buen sector, quizás uno de los mejores de Santiago, por lo que la familia estaba encantada aunque extrañaba todo lo que su país era.

Amor en CoreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora