CAPÍTULO UNO: El primer encuentro

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Primer día de clases y aunque Lee Jung Seok estaba aterrado, sabía perfectamente que debía hacer lo posible por alegrar el corazón de sus padres. Su madre estaba en el último mes de embarazo y su padre no podía ser el único que cargara con la familia, como hombre de la casa, el pequeño Jung Seok sentía que era su obligación proteger a su única mujer, sino no sería un buen hombre, pero exactamente qué era un hombre, ni siquiera él lo sabía, incluso su padre no podía responderle como él deseaba, pero sentía que un hombre cuida a su mujer, por lo tanto eso sería lo que haría, hasta que descubriese otra manera de convertirse en uno.

Sus ojos rasgados se escondían tras la gorra azul que combinaba con el uniforme escolar.

-          Eres el niño más guapo del colegio Lee Jung Seok – decía su madre, mientras algunas niñas lo miraban.

-          Madre, no lo digas tan fuerte que nos observan –  decía mientras se tapaba el rostro con sus manos.

-          ¿Crees que nos entienden? – esbozando una sonrisa que contagió a su pequeño hijo.

Entró en la sala de clases tímidamente escondiéndose tras de cualquier cosa que pudiese cubrirlo completamente. La profesora lo llevó al frente de la clase, pero él movió rápidamente su cabeza. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, lo que hizo que la profesora lo dejara en libertad para tomar el puesto que quisiera. Jung Seok, pensaba dentro de él lo estúpido que era, ahora ya todos habían notado su presencia y seguramente habían creído que él extrañaría a su madre o que al saber que era diferente a ellos, tenía miedo. Ambas eran ciertas, pero nadie debía saberlo.

La primera clase estaba a punto de comenzar y desgraciadamente él aún no conseguía un punto donde sentarse, no era que estubiese la sala llena, sino que su gorra no le dejaba ver a los compañeros, por esa razón no podía distinguir al más indiferente o al más parecido a él para poder pasar desapercibido. Cuando ya se había dispuesto a quitarse la gorra sintió que una mano tomaba la suya y lo tiraba hacia abajo sentándolo en una silla, se podría decir que por la brusquedad de la maniobra era un chico, pero en realidad sus manos eran más pequeñas y delicadas que las de un niño, aunque él no pensó mucho en eso, sólo agradeció al cielo por ese ángel que le había salvado. Aún no se atrevía a mirarle a los ojos cuando sintió un susurro en sus oídos.

-          Me gustan tus ojos.

Un viento  frío corrió por la espalda de Jung Seok ¿Qué había dicho esta chica? ¿Chica? ¿Una niña había tomado su mano? Sí, él impresionado dio vuelta su cabeza para mirarla. Dos trenzas largas, flequillo recto, dos dientes menos, sonrisa grande y algo que no había notado en ninguna otra persona: ojos brillantes.

Su corazón comenzó a latir rápido, metió su mano en el bolsillo izquierdo y toco el anillo.

-          ¿No me entiendes?

¿Qué podría responder Jung Seok? Nada. No sabía lo que la hermosa niña preguntaba y tampoco podía quedar como un tonto.

-          Hola, soy Lee Jung Seok – esa era la frase que estuvo practicando frente al espejo, por lo que sabía que estaba perfecta.

-          ¿Lee Jung Seok? – La cabeza de la niña se volteó un poco y luego subió su mirada como si estuviera pensando.

-          ¿Y tú cómo te llamas?

Jung Seok hacía su mejor esfuerzo por recordar las frases que tanto había practicado, aunque no quería decirlas todas ahora para que su repertorio no acabara tan rápido.

-          ¿Lee Jung Seok? – Volvió a decir el nombre del muchacho, pero esta vez con una rapidez impresionante.

-          No, Lee – Jung – Seok – Separando las sílabas de su nombre.

-          Oh... mi nombre es E – le – n-a – la pequeña también dijo su nombre separando las sílabas.

Lee Jung se quedó pensando en el nombre de ella ¿podría un occidental tener tres sílabas en su nombre? Entonces, su apellido era E.

Dentro del siguiente mes Elena se hizo más cercana a Jung Seok, le ayudaba con sus tareas en español e incluso con las burlas de los compañeros más grandes. Ella sabía que no debía permitir que los niños de ocho años le dijeran "chino" a Lee Jung Seok, porque él no era chino, era coreano y habían muchas diferencias, desde el idioma hasta la comida.

Pero no sólo Lee Jung Seok estaba agradecido, sino que también la familia Lee, quienes para mostrar su agradecimiento invitaron a la pequeña y su familia a la casa. Ellos aceptaron felices y al igual que su hija los Martínez estaban maravillados de tener amigos extranjeros.

Ese día Elena uso su mejor vestido blanco y Jung Seok buscó su mejor camisa. Los Lee miraban felices a su hijo a escondidas, mientras él escogía nervioso. La familia Lee buscó algunos ingredientes para hacer el mejor Bulgogi, acompañado de un delicioso Kimchi que ayudó a cocinar a su nueva amiga.

En la mesa Jung Seok no podía mirar a Elena, que conversaba sobre el colegio, mientras que los padres de Jung trataban de seguir su ritmo. Reían de la personalidad de esta niña y deseaban que su hija, de ahora tres meses, fuese igual de chispeante que ella.

Mientras comían Elena preguntó si ella podía llamar a Lee Jung Seok de otra manera, los padres de ambos quedaron mirándose unos a otros esperando lo que la pequeña diría.

-          Creo que el nombre de Lee Jung Seok es precioso, pero es un poco difícil para todos, estuve pensando en mucho nombres para él – hablaba mientras se acaricia el cabello y buscaba la mirada de Jung, pero nunca fue capaz de dar con ella – sí, he pensado en Luis, pero ya hay un Luis en el curso, también pensé en Cristóbal, pero creo que le costaría presentarse de esa manera ¿no? – miraba a Jung buscando una aprobación.

-          Hija – interrumpía la madre – creo que ellos tienen una razón por la que llamaron a su hijo así. Nosotros también te llamamos Elena por algo – sonreía al escuchar a su hija.

-          Pero yo cambiaría mi nombre si él me lo pidiera y viviera en Corea.

-          Eres adorable Elena – decía agradecida la madre de Jung Seok - ¿qué nombre quieres entonces?

-          Daniel

-          ¿Daniel?

-          Sí, creo que Daniel Lee suena bien.

Aunque todos los adultos reían de las ocurrencias de la pequeña, a Jung le gustaba escuchar que ella había pensado en él, no sólo una o dos veces, sino que muchas, y también dijo que ella cambiaría su nombre si él lo pidiera ¿Cómo le llamaría él? No tuvo problemas en pensarlo: Eun Bin.

Cuando ya se estaba haciendo de noche y la familia de Elena se había marchado Jung Seok se acercó a la cama de sus padres para pedirles un pequeño favor.

-          Y si me llaman Daniel – Se escondía bajo sus hombros mientras decía estas palabras, no quería que su familia sintiera enojo o algo peor, decepción – Mi hermana tiene un nombre normal, yo igual quiero uno normal.

-          Lee Jung Seok – sintió como su padre endurecía su voz y se acercaba a él – ya te estás convirtiendo en un hombre.

-          Bien Daniel ve a dormir.

Jung Seok, o mejor dicho Daniel, fue a dormir y pensó en lo que dijo su padre "¿Me estoy convirtiendo en un hombre?" E hizo una nota mental "Para ser un hombre debes cambiarte el nombre"

A la mañana siguiente Daniel se despertó con una sonrisa en su rostro, algo había cambiado en él, no sabía lo que era, pero seguramente así se debía sentir un verdadero hombre. Tomó su desayuno, se despidió de su padre y tomo la mano de su madre para dirigirse a su colegio. Entró a la sala y confiadamente se presentó frente a sus compañeros, pero no vio a su compañera. Preguntó a la profesora con el español más claro que pudo "Señorita ¿dónde está Elena? Como siempre se puso en el escenario más triste que un niño de seis años, podía pensar. "Mi única amiga se fue"   

Amor en CoreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora