Entrega de lírios blancos y amarillos

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Estaba tremendamente cansado, no podría ni siquiera intentar ocultarselo a Deku. Últimamente estaba demasiado cansado, podía notarlo en clases, entrenamientos e incluso sus encuentros cercanos a ser sociable, era un peso que antes accedía a permitirse, pero a medida avanzan las semanas se hacía dificil sobrellevar.

Bakugo no era tonto, a diferencia de otras personas, analizaba a detalle sus acciones y como estas se veían afectadas desde su llegada a los dormitorios. Desde que sus días se vieron poblados de las conversaciones sin sentido y aventuras ridículas en las que se veía incluído por sus compañeros de clase, le era cada vez más difícil descansar apropiadamente, al principio pensaba que se debía al ruido, cambió la hipótesis y pensó en el repúdio que acreditó a ciertos impulsos que nacían desde el fondo de su estómago y después del incidente en su habitación, creía que su ansiedad estaba creciendo demasiado por el cambio de aires.

Esa debía ser la explicación, porque sino ¿Qué más le generaría que unas repentinas flores comenzaran a querer ser parte de su vida? Debe ser la reacción que su cuerpo acató para calmar el estrés, sí, eso debe ser. Y si conseguía desestrezarse ganando un combate con Deku, no dudaría en repetirlo para librarse de los brotes que le parecía tan estorbosos.

Miró a uno de sus extremos, encontrando a Deku acostado en el césped completamente rendido por la adrenalina que acababa de experimentar en su pelea con Katsuki. Para ser sincero, no esperaba dar un esfuerzo tan pronunciado, menos por que comprendía que su compañero estaba en recuperación, pero el rubio no parecía dejar de frenar su potencia y si seguía por tal camino, terminaría siendo contraproducente, para ambos. 

Ya después de algunos golpes finales en los cuales claramente Bakugo era el vencedor, ambos se dejaron caer al suelo como la única señal que ambos entendían que los incitaba a parar la pelea. El rubio quería protestar por aquella acción, pero le era imposible con el aire que le faltaba y ya cuando quiso replicar habían pasado unos cuantos minutos y sería una tontería quejarse. — ¿Crees que esto te hará bien? — Escuchó como replicaba el de cabellos verdes ante la intensa mirada que alcanzaba a percibir de su amigo de la infancia.

Pero Katsuki no respondió. El joven de afilados ojos escarlata estaba perdidamente concentrado en la respiración de su compañero, que no pudo reaccionar ante lo dicho por este; notó como el sudor instalado en su frente recorría un camino que le guiaba a caer hasta sus mejillas, chocando con algunas de las pecas que decoraban su rostro, su cerebro asimilaba que, gracias al cansancio, se fijaba en pequeños detalles en lugar de simplemente responder el tema a tratar, la misma sensación de cuando no puedes alejar tu mirada de un punto fijo por más que te fuerces a intentarlo, pues sus ojos se negan de despegar la concentración del rostro ligeramente enrojecido por el ejercicio del chico de ojos esmeralda. 

— ¿Kacchan? — Al no obtener una respuesta, giró su rostro encontrando aquella mirada fija y sin expresiones aparte de lo exhausto de su dueño. Deku no sabía como era correcto para él reaccionar ante toda aquella situación, su compañero se veía precioso y sorpresivamente más tranquilo, respiraba lentamente y casi que en sincronización con su propia respiración.

— Eso espero. — Se obligó a responder, sabía que si no producía una respuesta pronto, el de rizos se preocuparía, cosa que ni él mismo entendía porque le importaría que Izuku se preocupase por él, no es como que ya siempre esté detrás de Katsuki como un perrito, sin embargo, esta vez se sintió distinto, no estaba en condiciones de gruñirle en respuesta.

Una vez descansaron lo suficiente, ambos se levantaron, limpiaron un poco las partes en que su ropa o piel tocaron el cesped y aún tuvieran restos de este y se dirigieron en completo silencio a la recamara de Bakugo, por parte del propietario, no parecía tener ninguna queja de que le acompañara Izuku, no parecía ser consciente de las acciones que tomaba, o quizá sí, pero no se estaba frenando en lo absoluto.

Dying in flowersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora