Pétalos de begonia.

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Katsuki les prometió hablarlo en el almuerzo. Sabía que los había hecho esperar demasiado tiempo, pero no quería cargar con el peso de las miradas del par de idiotas que tiene como amigos. 

Está bien, ellos podrían aguantarse. No es la gran cosa. 

Pero sí es la gran cosa. 

Y su martiriosa espera se prolonga una hora más, ya que Bakugo no les devuelve la mirada ni una sola vez durante las clases de la mañana; lo normal, sin embargo, los tres tienen claro que nada está dentro de los parámetros de normalidad en las últimas semanas.

Kirishima no sabía en qué posición quedarse. Realmente todo el caso con su mejor amigo lo desconcertaba, porque Bakugo no es una persona romántica, es explosivo, terco y perfeccionista, la reacción obvia era enfurecer, negar todo y asegurarles que tenía el control de la situación, aún cuando es obvio que eso es justo lo contrario a la realidad. 

Le ponía triste, una situación tan hermosa y varonil como lo es "el primer brote", algo que el mismísimo pelirrojo le aseguró que conseguirían alcanzar a principios de mudanza; parecía ser una pesadilla, y su deseo de ver a Bakugo gozar de sus gloriosas y probablemente muy masculinas flores, cayó en picado. 

Ahora solo observaba con pocas esperanzas las vendas que le obligaron a soltar, porque la manera en que Katsuki trataba a sus flores era un acto deshumanizante de su parte. De ve en cuando sus propias flores lloraban por sus hermanas bajo la piel de Katsuki. 

Aceptando de mala gana la ayuda, escondieron a como pudieron el brote de su mano. Katsuki no lo diría, pero librarse de la molesta presión le había conseguido bajar considerablemente el estrés. Nadie tenía por qué enterarse de lo que estaba sucediendo, tenía sufienciente con el par de idiotas, Aizawa, la enfermera loca y, cómo no, Deku y su absorda facilidad para meterse en donde nadie lo llamaba.

No tenía idea del porqué no quería hablarle al de cabellos verdes sobre su descubrimiento en la mañana, por el momento, no era su problema y esperaba que sacara las narices de sus asuntos por un tiempo mientras calmaba al par de tontos.

Kaminari no podía creer que había ORADO por que las clases con Midnight acabaran más rápido de lo normal. No lo malentiendan, estaba preocupado por Bakugo, no quería verlo sufrir, no obstante, él, contrario al rubio cenizo, sí era un enamorado empedernido, su nuca está adornada con margaritas de todos los tamaños, y ahora, podía oler el drama correr directo  a su ventana. 

Y ahí estaban, nuevamente sentados en el almuerzo, parecía que el de ojos escarlata no sabía escoger mejores momentos para desbloquear nueva información personal. Así que, apartados del resto, solo ellos tres en una mesa lejana a la clase 1-A, escucharon toda la mágica historia de como Bakugo descubrió que sus flores no eran más que el resultado de su determinada superación personal, y cómo la victoria era su único amor.

Y la parte que más les dejaba atónitos, era la soltura y orgullosa figura de Katsuki asintiendo, como si su palabra fueran las sagradas escrituras y conociera las respuestas del universo. 

— Así que, no hay nada más qué hablar sobre el tema. — Dice el de ojos rubí, como si todo estuviese resuelto. Eijirou y Denki se voltearon a ver, buscando la confirmación de que, todo lo que estaban escuchando era una maldita broma, y Katsuki los estaba tomando del pelo.  

— Bakugo, perdona lo que voy a decirte. — Le suelta Kirishima. — Pero tu teoría es lo más estúpido que he escuchado en meses, y ayer Denki quería preguntar a Tetsutetsu si él se ofrecería a ser su pararrayos. — Kaminari siempre sabe cuando se viene una excelente telenovela, pero no esperaba esa magnitud. 

Si ambos no conocieran a Katsuki, pensarían que realmente estaba reconsiderando sus opciones, pero el hecho de que, no contestase ni una milésimo sonido, solo los quería hacer retirarse antes de la implosión.

Dying in flowersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora